YO, MACHO. DE CÓMO SE CONSTRUYE LA MASCULINIDAD Y SE APRENDE LA VIOLENCIA

YO, MACHO. DE CÓMO SE CONSTRUYE LA MASCULINIDAD Y SE APRENDE LA VIOLENCIA

Nos dijeron que el Macho era el golpeador, el don Juan, el que prefiere los puñetazos más que los abrazos. El que no es niño, ni mujer, ni homosexual. En este primer episodio de la serie YoMacho de Radio Ocote, Juan Pablo Dardón, escritor y empresario en comunicación, nos cuenta sobre lo que significó para él crecer en un colegio para varones a finales de los 80s en Guatemala. De los golpes, el acoso y la masculinidad.

Guion

Juan Pablo Dardón: El hombre no llora, hay que ser fuerte. No hay que ser “hueco”. ¡No no no, no seas hueco! No llorés como mujer. Todo este tipo. Todo estos mensajes lo bombardean a uno desde pequeño y a través de 12 años que duraba la infancia en ese entonces, porque realmente a los doce, trece años teníamos juegos de niños. Entonces esta infancia que duraba cuando uno era puberto el mensaje era el mismo. Y qué pasa cuando uno tiene cierto criterio y se enfrenta, y bueno, encima estudié en colegio solamente de hombres.

Narradora: ¿Qué es ser hombre? ¿Te lo has preguntado alguna vez?  Complicado responder, ¿no? Si lo primero que te viene a la mente es lo mismo que le decían a Juan Pablo Dardón, a quien escuchaste antes, que ser hombre es ser fuerte, violento y agresivo es porque tampoco te salvaste de una sociedad que te construyó bajo la idea de que la masculinidad se forma alrededor de diversos paradigmas. Muchos de ellos relacionados con la violencia.

Roberto Samayoa Ochoa: Que te enseñen a pegar, a no expresar las emociones, a hacer de menos a las mujeres y cosificar sus cuerpos, a creer que ser homosexual es lo peor que te puede pasar, no es solo “un juego de niños”. Construir masculinidades alrededor de la violencia tiene que ver también con que el delito más denunciado en Guatemala sea la violencia contra la mujer o que en los últimos ocho años en Guatemala se registraran alrededor de 3,300 femicidios. Es decir, miles de mujeres han sido asesinadas por el solo hecho de ser mujeres. O que tu orientación sexual determine si llegas vivo a casa o no. Claro, esa es solo la parte más visible y explícita de la violencia, pero hay otras formas de ejercerla: más sutiles, pero igual de dañinas.

Narradora: Pero antes de que cuestionés: ¿Y todo esto que tiene que ver conmigo? o  digás que “no todos los hombres son iguales”, antes de que apagues el reproductor,  te invitamos a escuchar este primer episodio de nuestra serie Yo Macho. El plan es hacernos preguntas. Queremos explorar qué es “ser hombre” en una región como Centro América, en un país como Guatemala. En este episodio, a través de la historia de Juan Pablo, haremos un breve recorrido para hablar sobre el aprendizaje de la violencia y cómo repercute en la vida de los hombres y las mujeres. Soy Melisa Rabanales y junto a Roberto Samayoa Ochoa, te damos la bienvenida a este podcast.

Juan Pablo Dardón: Contar mi historia es contar la historia de todos los hombres de mi generación. Es decir, los hombres, los mensajes que le caen a uno desde pequeño están muy claros. Tanto de parte de mamá como de papá y de todo el constructo familiar.

Narradora: Juan Pablo Dardón tiene 43 años, es escritor, empresario en comunicación y, hasta hace poco, estrella del tuiter. Nació en una familia trabajadora de clase media alta, su padre era empresario y su madre se dedicó al trabajo en casa y a cuidar a su hija menor que tiene una enfermedad. Juan Pablo vivió su adolescencia a finales de los 80, cuando se escuchaba  Guns&Roses, The Police y AC/DC en estéreos a todo volumen. Cuando sonaba boleros de Luis Miguel y Timbiriche en las radios .

También era la época donde se  realizaban las famosas “cacerías de breaks” en las que algunos jóvenes de colegios privados de la capital se organizaban para golpear a otros adolescentes de institutos públicos, de tez morena y de estratos más bajos. Sí, golpear a otros era la forma de expresar masculinidad. Juan Pablo estudió en el Liceo Javier, un colegio católico, jesuita, privado de bastante prestigio en la capital. Y aunque no participó en las cacerías, sí recuerda que fue ahí, entre hombres, donde reforzó que la violencia era la manera de demostrar que eras el más “macho”.

Juan Pablo Dardón: Cuando ya juntamos mi construcción,  la construcción familiar de cada uno de los demás compañeros, nos enfrentamos a muchos rasgos en común. Es que uno: no hay que ser hueco muchá. Hay que ser fuerte. Hueco no implica únicamente homosexualidad, sino implica una manera de ser, de afrontar la vida, te tiene que gustar el futbol, te tiene que gustar pelear, te tiene que gustar ser luchador en el sentido de ¡Ay vamos vamos todos contra esto! Sobresalir sobre todos. Pensar contrario a todo esto es simplemente ser hueco. ¡No es que no quiero jugar futbol ¡Ala que hueco!  “Es que miren saben qué, entre cinco cachimbeamos a aquel y nadie vaya a decir nada, quien diga algo es hueco”. Es decir, se forma ese estilo de camaradería extraña alrededor de una forma de ser que nos exige mucho y que tapa muchas cosas que inclusive pueden llegar a ser consideradas crímenes.

Narradora:  Demostrar ser el más valiente a través de la agresión, ser el menos sensible, es una forma de distanciarse de esas “otras identidades”. ¿Qué significa entonces ser hombre? ¿Y qué tiene que ver lo que aprendiste de pequeño con la violencia de género? ¿Cómo la construcción de la masculinidad se relaciona con convertirse en un agresor? Para hablar de violencia es importante entender cómo en nuestra sociedad se ha construido el concepto de la masculinidad alrededor de negaciones, de alejarte de esas otras “cosas que no quieres ser”. Gabriel Álvarez es psicólogo y ha dedicado parte de su trabajo al estudio de las masculinidades, también imparte talleres a hombres en sensibilización a temas de género. Gabriel lo explica: 

Gabriel Álvarez Cuando hablamos de violencia en los hombres tenemos que tomar en cuenta tres aspectos: la violencia hacia los otros hombres, la violencia hacia las mujeres y la violencia contra uno mismo. A mí me gusta mucho citar a una autora, Elisabeth Badinter que nos dice que la masculinidad se construye a través de una triple negación y luego habla del concepto de virilidad y dice: ser hombre es demostrar que no eres un niño, que no eres una mujer y que no eres homosexual.

Narradora: Examinemos las frases que le decían a Juan Pablo desde pequeño, y que quizás a ti, si eres hombre, también te han repetido. “Portate como un hombre, no sos un niño” “No llorés como mujer”.“Si no haces esto sos hueco y maricón”. Las tres negaciones.

Gabriel Álvarez Entonces hay algo que cuando abordamos el tema de masculinidades no podemos dejar de lado y es que la masculinidad parece ser algo que está en tela de juicio. Que siempre se está cuestionando la masculinidad. Entonces existe ese concepto que llamamos virilidad, que es cómo puedo demostrar esa masculinidad y es cómo puedo demostrar esa triple negación: que no soy un niño, que no soy una mujer y que no soy homosexual y principalmente es lo que hace el modelo androcéntrico. Violenta estas otras identidades porque a través del violentarlas, entonces me diferencia.

Narradora: Juan Pablo lo explica a través de su experiencia: la violencia era la manera en la que le era permitido demostrar su frustración o tristeza. Ahora lo entiende, esas conductas más tarde tienen relación con la forma en la que los hombres tratan a otros y otras, especialmente a las mujeres y a quienes no comparten la misma orientación sexual.

Juan Pablo Dardón Es parte de la construcción que te enseñan a ser desde pequeño. Como dice un dicho mexicano: “Jalisco nunca pierde y si pierde arrebata”, es todo el tema. Yo me recuerdo también en una oportunidad que fuimos a una final de intercolegial contra el colegio rival. A pues un estadio. Y perdimos en el fútbol y en son de venganza, salimos todos y cachimbeamos al equipo ganador. Una forma de retribución. Esas travesuras muy de güiros, muy de “boys will be boys”. Me preocupa en el sentido de que luego este tiene relaciones de dependencia con actitudes ya de mayores.

Roberto Samayoa:  Como lo cuenta Juan Pablo, decir que “los hombres siempre serán hombres” o que ser agresivos está en su naturaleza, es una forma de que la sociedad justifique las acciones violentas. Es un mito. Algunos dicen que la violencia es producto de la testosterona en el cuerpo de los hombres y que, a más producción de esta hormona, corresponde ser más violento. Aunque la producción de testosterona otorga las características secundarias como la presencia de vello en el cuerpo, mayor masa y fuerza muscular, voz grave, mandíbula cuadrada, función sexual y fertilidad, (o dicho de otra forma, pelo en pecho lomo plateado), todos atributos de una figura masculina tradicional y del concepto de virilidad, una idea que además cambia con el tiempo y dependiendo del entorno. ¡Pero ojo! Que las mujeres también producen testosterona.  No hay evidencia que demuestre una relación directa entre la producción de testosterona y el aumento de la agresividad. De ser así, los hombres con más características secundarias y mayores niveles de testosterona tendrían más episodios de violencia y no ocurre así; o los hombres trans que reciben esta hormona empezarían a ser más agresivos y esto tampoco pasa. Entendemos entonces, que no se trata de algo genético, sino de una construcción aprendida. 

Pero hablar de la violencia, no solo es hablar de las agresiones físicas. Cuando pensamos en violencia solemos remitirnos a lo más terrible que es un femicidio, un homicidio o un asesinato. Y es por eso que cuando se dice que los hombres son violentos, automáticamente saltamos y decimos que nosotros no lo somos, que hay hombres que pegan, que maltratan, que violan y que asesinan, pero que esos son otros y no nosotros. Como lo mencionábamos al inicio del episodio, la violencia de género se manifiesta también de otras formas más sutiles, y esto tiene que ver también con la manera en la que fuimos educados para ver a las mujeres.

Narradora: En el caso de Juan Pablo, como el de muchos hombres, la sexualidad era un tema prohibido, especialmente en un colegio religioso. Sus nociones sobre “cómo deberían de ser las mujeres” chocaban entre lo que veía en un VHS  y lo que enseñaban en el colegio y en la familia sobre el hogar y el papel de las mujeres..

Juan Pablo Dardón: Porque sin duda también el hecho de estar en contacto con pornografía, ahí era donde nosotros aprendíamos. Uno, hay que durar un montón; dos, la mujer siempre quiere coger y es gritona y exigente, y es puta. Pero por el otro lado, pum ¡Una mujer no debe ser eso! hay que respetarla. Y entonces nos enfrentábamos a una dualidad biológica, porque evidentemente como cualquier adolescente somos calientes, hombres, mujeres, queremos explorar, queremos sentir, se nos abren los sentidos al mundo, y por el otro teníamos la cuerda que nos jalaba del cuello: si no el infierno cabrones.

Narradora: ¿Y cómo repercute eso en la forma en la que después los hombres se relacionan con las mujeres?

Juan Pablo Dardón: En mí, es difícil. Porque al final de cuentas uno le exige a la novia que haga cosas que ella ni siquiera sabe en qué consiste, de qué estamos hablando pues. Porque vamos a ver, si a nosotros, nuestra educación sexual fue precaria, no quiero imaginarme qué fue para las chavas de esa edad, de esa época. Más que educación sexual era un adoctrinamiento en convertirte en licenciadas del hogar, verdad. Usted, mire su marido que haga lo que quiera, pero usted recuérdese de tener su casita limpia, ropa, los bebés y usted si no es mamá usted es una mierda.

Narradora: Juan Pablo habla de “esa época”. Pero, aunque algunas cosas han cambiado, las maneras en las que se sigue ejerciendo violencia contras las mujeres suelen ser las mismas, y también las maneras en las que no los enseñan.

Roberto Samayoa Ochoa:  Para muestra ese botón, porque nadie pensaría que el insistir cuando a uno le han dicho que no, es violencia, pero lo es. Contar un chiste sexista, la publicidad y el mercadeo sexista (utilizar edecanes como adornos de un escenario, por ejemplo) el invisibilizar a las mujeres o la anulación de su opinión aun cuando sepan más sobre un tema o el humillar, desvalorizar, ignorar, despreciar, culpabilizar es también violencia de género. Controlar el acceso a la comunicación, a los teléfonos, a las redes, querer saber las claves de acceso y las contraseñas, muchas veces mediante el chantaje emocional, también es violencia. ¿Es que ahora todo es violencia? “Antes, en mis tiempos…”  pues, antes en tus tiempos también era violencia lo que pasa es que nadie decía nada. Lo bueno, es que así como estas conductas son “aprendidas”, también pueden ser deconstruidas.

Juan Pablo Dardón: Como te digo a través de las lecturas el cuestionarme, darme cuenta de ciertas cosas. Yo me fui buscando más otro rumbo en la parte artística, las sensibilidades son otras, el trato es otro. Entonces no,  sin duda he tenido muchas actitudes machistas, unas que me doy cuenta, otras que no, pero creo que a mi lo que me ayudó a tener mi condición de hombre en una sociedad conservadora fue a través de la lectura. Si yo no hubiera tenido ese hábito de la lectura, sería como cualquier otro empresario acá con una familia, 4 o 5 hijos, y todos replicando y haciendo exactamente lo mismo.

Yo sigo luchando con eso, me doy cuenta de ello. El hecho de darme cuenta no significa que ya se me quitó, es mentira. Y voy a luchar con esto hasta el día que me muera.

Roberto Samayoa Ochoa: Aunque no todos los hombres ejercemos violencia con la misma intensidad es importante reconocer que hemos sido educados para ejercerla o tolerarla y que depende de la toma de conciencia y de la toma de acción el que podamos cambiar esa situación. Son aprendizajes que no cambian de forma mágica, sino que debemos revisarnos, reflexionar y tomar acción. Sirve de poco saber de un problema y no hacer nada por resolverlo.

Juan Pablo Dardón: Yo creo que lo primero fue en la universidad dejar de acosar chavas. Ya? Pasaban y la manada puf piuuuuf. O sea no.

Roberto Samayoa Ochoa: ¿Cómo darse cuenta? A veces, basta solo con prestar atención a cómo eso hace sentir a la otra persona:

Juan Pablo Dardón: Eso fue por como reaccionan las chavas, no les gusta. Nah es que aguantá, se dice que no le gusta pero así son todas. ¿Cómo? El mensaje es claro, la chava está incómoda, y pues simplemente no acosar, no.

Roberto Samayoa Ochoa:  Ejemplos de violencia hay muchos. Está el acoso verbal callejero o ser testigo de un tocamiento en el transporte o espacio público, o escuchar los gritos de su vecina mientras es golpeada, o ser testigo de cómo un compañero de trabajo comparte desnudos de una amiga sin que ella o sepa, o ver como un colega está emborrachando a una amiga en común para luego aprovecharse de ella. En muchos casos probablemente solo somos testigos de hechos de violencia y no sabemos si interrumpirlos, intervenir o ¿qué hacer? Siempre hay algo que pueda hacerse desde una opción no violenta y sin que haya amenazas a la propia integridad. No se trata de ser “El valiente” de la lotería o jugar al intrépido o responder con violencia, pero sí de asumir un papel activo frente a los hechos de violencia.

En el manual “Participación de los hombres y muchachos en la igualdad de género y salud: un conjunto de herramientas globales para la acción” se recomienda que, si se identifica a un amigo o conocido que es abusivo de forma verbal o física con su pareja, se le debe hablar personalmente, no durante el episodio de violencia sino después y de forma privada. También se puede hablar con un grupo reducido de amigos del agresor y de la víctima para hacer una estrategia de intervención pensando que entre todos se puede lograr mejores resultados. Involucrarse en la prevención de un hecho de violencia es asumir una postura de defensa de los derechos humanos.

Narradora: Es importante que los hombres comiencen a cuestionarse las formas en las que ellos y otros ejercen la violencia. En las maneras en las que esto sigue fomentando una sociedad desigual, de cómo afecta la vida de muchas mujeres, pero también de los hombres. Y cómo es posible construir otras masculinidades que se desliguen de la violencia. Este será solamente el primer paso para construir sistemas que garanticen el ejercicio de todos los derechos para todas las personas.

Juan Pablo Dardón:  Significa darse cuenta de eso y tener la capacidad de cambiar. Ser un hombre completo es saber en qué momento decir: la cagué, estoy mal en esto, y puedo corregirlo, eso también es parte de ser hombre. Es tener la capacidad,  nuevamente llegar a cierto lado y darse cuenta que está mal las cosas, y volver a empezar.

Créditos finales

La serie Yo Macho es una producción de Agencia Ocote basada en los intercambios del webinario “Hombres en confinamiento” realizado por La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con el apoyo de Canadá. 

Guion, reporteo y entrevistas: Melisa Rabanales.

Investigación y líneas temáticas: Roberto Samayoa Ochoa.

Edición de guion: Alejandra Gutiérrez.

Diseño de audio y edición: José Monterroso.

Ilustraciones: Maritza Ponciano.

Fuente original: https://www.agenciaocote.com/blog/2020/11/16/yo-macho-de-como-se-construye-la-masculinidad-y-se-aprende-la-violencia/?fbclid=IwAR3-NyTv5QwKEDMg4QEgOxMYIsbBPaH_N_VLn355ftgiXAu5h-__tuxESRs

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