Autor: Samantha Schmidt
Manny Argueta, un hombre soltero de 35 años de Falls Church, Virginia, se ha dado cuenta de que en tiempos normales sus amistades se centraban en ver deportes y salir a bares, y ahora en la pandemia necesita amistades más profundas.
Se necesitó de una pandemia mundial y una ruptura en el peor momento posible para que Manny Argueta se diera cuenta de lo mucho que se había distanciado de sus amigos.
En la primavera, luego de que el hombre de 35 años se fuera de la casa que compartía con su exnovia y se mudara solo a un apartamento tipo estudio en Falls Church, Virginia, pasó una semana entera sin decir una palabra. Ya no habían partidos que ver por la televisión con los amigos, ni viernes por la noche en los bares de Washington, D.C., y Argueta estaba deseoso por tener alguna interacción social. Regresó a su PlayStation 4, hablando por el micrófono con algún extraño mientras jugaba Overwatch solo para poder escuchar la voz de alguien. Descubrió la aplicación de mensajería Discord y comenzó a chatear con sus viejos amigos gamers y a verlos jugar Mortal Kombat 11, incluso cuando no tenía instalado el juego.
Comenzó a reconocer cuán dependientes se habían vuelto sus amistades de esos juegos de fútbol americano dominicales y las noches en los bares de la calle 14, de desahogarse al hablar de los republicanos o de la razón por la que los Caps cayeron derrotados en las eliminatorias. Rara vez hablaban sobre sus relaciones o familia, o simplemente de cómo les estaba yendo. Nunca había conocido a muchos de sus familiares.
En una inusual noche de octubre en la que se puso al día con un viejo amigo, una mezcla de vulnerabilidad e intoxicación lo llevó a desahogar sus frustraciones. “Apuesto a que todavía no tienes ni idea de por qué terminamos ella y yo”, le dijo a su amigo. “Apuesto a que no tienes ni idea”. El amigo hizo una pausa, se disculpó y lo dejó hablar un rato sobre lo sucedido.
Durante más de una década, los psicólogos han escrito sobre “la crisis de amistad” que enfrentan muchos hombres. Un análisis de 2006 publicado en American Sociological Review reveló que si bien los estadounidenses tienen —en general— menos amigos fuera de la familia que antes, los hombres jóvenes, blancos y con educación universitaria han perdido más amigos que otros grupos.
Las amistades masculinas a menudo se basan en interacciones “hombro con hombro”, como ver un partido de fútbol o jugar videojuegos, mientras que las interacciones entre mujeres son más cara a cara, como tomar un café o reunirse para tomar una copa de vino, afirmó Geoffrey Greif, profesor de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Maryland, quien escribió un libro sobre la amistad masculina. Cuando Greif le preguntó a cientos de hombres sobre cómo socializaban por lo general con amigos, 80% dijo “deportes”, ya sea viéndolos o practicándolos juntos.
Debido a esto, muchos hombres probablemente han tenido más dificultades que las mujeres descifrando cómo adaptar sus amistades en una pandemia que los mantiene separados.
“Las reglas para los hombres que buscan amistades con otros hombres no están claras”, dijo Greif. “Los hombres no quieren lucir demasiado necesitados”.
Pero la pandemia podría estar obligando a cambiar esta dinámica.
Por medio de correos electrónicos y entrevistas con The Washington Post, docenas de hombres compartieron anécdotas sobre juegos de póker por Zoom, noches de habanos en el patio trasero, cadenas de WhatsApp de los padres del vecindario, grupos de Calabozos & Dragones y ligas de Fantasy Football donde charlas casuales sobre deportes y políticas de repente han decantado en conversaciones profundas sobre los retos de la educación virtual, enfermedades familiares, rupturas sentimentales, nacimientos, aplazamientos de bodas y pérdida de empleos.
Esta época se siente más intensa, al igual que las conversaciones. Algunos hombres afirmaron que sus amistades han comenzado a parecerse más a las de sus esposas y novias. Por primera vez en sus vidas están saliendo a pasear con amigos hombres solo para conversar. Están haciendo videollamadas con viejos amigos de la universidad y visitando a sus vecinos no solo para hablar sobre las selecciones del draft de la NBA o el calendario de fútbol de sus hijos, sino para preguntarles sobre sus vidas.
Argueta, quien trabaja como especialista en entrega de préstamos, estaba acostumbrado a evitar hablar de detalles personales en sus conversaciones con amigos varones. Pero tras tener problemas con su salud mental y asistir a terapia este año, afirmó querer comenzar a encontrar formas de contarle a sus amigos lo que realmente está pasando en su vida.
“Estamos tan acostumbrados a encontrar distracciones para ayudarnos cuando deberíamos estar abordando lo que tenemos en frente”, dijo. “el mundo necesitaba bajar un poco el ritmo… nosotros también deberíamos”.
Los hombres no siempre fueron así.
Esta época se siente más intensa, al igual que las conversaciones. Algunos hombres afirmaron que sus amistades han comenzado a parecerse más a las de sus esposas y novias. Por primera vez en sus vidas están saliendo a pasear con amigos hombres solo para conversar. Están haciendo videollamadas con viejos amigos de la universidad y visitando a sus vecinos no solo para hablar sobre las selecciones del draft de la NBA o el calendario de fútbol de sus hijos, sino para preguntarles sobre sus vidas.
Argueta, quien trabaja como especialista en entrega de préstamos, estaba acostumbrado a evitar hablar de detalles personales en sus conversaciones con amigos varones. Pero tras tener problemas con su salud mental y asistir a terapia este año, afirmó querer comenzar a encontrar formas de contarle a sus amigos lo que realmente está pasando en su vida.
“Estamos tan acostumbrados a encontrar distracciones para ayudarnos cuando deberíamos estar abordando lo que tenemos en frente”, dijo. “el mundo necesitaba bajar un poco el ritmo… nosotros también deberíamos”.
Cuando son niños, los amigos varones tienden a compartir sus secretos más profundos y sus sentimientos más íntimos entre ellos, dijo Niobe Way, profesora de psicología del desarrollo que entrevistó a cientos de niños para su libro de 2013, Deep Secrets: Boy’s Friendships and the Crisis of Connection.
Pero a medida que los varones comienzan a entrar en la adolescencia, a los 15 o 16 años, “comienzas a ver cómo se recluyen y ya no les importa”, dijo Way. Empiezan a actuar a la defensiva con respecto a sus amistades, diciendo que “no son gays” y que ya no son tan cercanos. “Escuchas cómo esas expectativas de hombría son impuestas”.
Way argumenta que la falta de vulnerabilidad en las amistades masculinas tiene sus raíces en una cultura misógina y homofóbica que desalienta la intimidad emocional entre hombres. Pero también forma parte de una cultura que no valora la amistad adulta en general.
“El objetivo de la adultez es encontrar una pareja, no encontrar un mejor amigo”, dijo Way. “No hay nada en nuestra definición de éxito o madurez que incluya amistades”.
Sin embargo, las investigaciones muestran que las amistades cercanas y las redes sociales son esenciales para sobrevivir. Un estudio de la Universidad Brigham Young reveló que las conexiones sociales —con amigos, familia, vecinos o colegas— mejoran las probabilidades de supervivencia de una persona en 50%.
En 2018, la tasa de suicidios entre los hombres fue 3.7 veces mayor que la de las mujeres, según estadísticas del Instituto Nacional de Salud Mental. Pero algunas encuestas muestran que los hombres son menos propensos que las mujeres a admitir que se sienten solos, mientras que otras investigaciones sugieren que los hombres obtienen más de su intimidad emocional de las mujeres en sus vidas. En un estudio, los hombres casados fueron más propensos que las mujeres casadas en calificar a su cónyuge como su mejor amigo.
En esta época de aislamiento sin precedentes, dijo Way, muchos hombres podrían verse obligados a cambiar la forma en que conciben sus amistades y a conectarse de formas nuevas y más profundas. “Creo que se les está obligando a eso para poder sobrevivir”.
John Bramlette, de 42 años, padre de dos niños pequeños en Chevy Chase, Maryland, ha visto estos cambios en sus propias relaciones. Antes de la pandemia, sus amigos varones más cercanos eran del equipo de softbol con el que ha jugado durante 14 años, cada jueves por la noche. El grupo solía reunirse para tomar una cerveza después de un partido o para ver algún juego de beisbol en la televisión después de que los niños se durmieran.
En tiempos normales, a Bramlette jamás se le hubiese ocurrido invitar a alguno de sus amigos a pasear, solo para conversar, algo que su esposa ha estado haciendo con sus amigas durante toda su vida adulta. En el último mes, ha salido a pasear con amigos varones tres veces, y planea convertirlo en una costumbre a la hora del almuerzo en Rock Creek Park.
“Es totalmente lógico”, dijo Bramlette, quien es director de operaciones de Washington Nationals Philanthropies. “¿Por qué no habríamos de hacer esto?”.
Dave Wakeman, consultor de mercadeo de 46 años que vive en el vecindario Forest Hills de Washington, D.C., dijo que muchas de sus interacciones sociales antes de la pandemia giraban en torno a los deportes de sus hijos o a las reuniones familiares con vecinos. Pero tras ocho semanas de pandemia, un día se encontró con un vecino y se dio cuenta de que había perdido el contacto con él y con otros padres del vecindario.
El grupo de seis hombres decidió comenzar a organizar happy hours con distanciamiento social en sus sillas de jardín en el callejón cerrado que compartían. Crearon un grupo de WhatsApp llamado “El batallón”, donde constantemente comparten de todo, desde chistes de Tucker Carlson y memes políticos hasta sus frustraciones con la crianza de los hijos y el trabajo desde casa
“Se ha vuelto más fácil para la gente decir, ‘Oye, estoy realmente teniendo problemas en este momento’”, dijo Wakeman.
Hace unos años, Stephen Davis, un gerente fiscal de 33 años en Alexandria, Virginia, se unió a un grupo de mensajes de texto con uno de sus mejores amigos y algunos otros tipos que conocía vagamente de la universidad. Al principio, la conversación se centró de forma exclusiva en el mundo de la lucha libre profesional. Lo llamaron “Five MB”, abreviatura de Five Man Band (La banda de los cinco hombres).
Argueta en Falls Church, Virginia. Comenzó a charlar con sus viejos amigos jugadores y a verlos jugar a "Mortal Kombat 11", incluso cuando él mismo no tenía configurado el juego. (Jahi Chikwendiu/The Washington Post)
Pero recientemente, el grupo ha evolucionado en un espacio para desahogarse sobre muchas más cosas. Los ha ayudado a superar múltiples cambios de empleo, mudanzas y el nacimiento de cuatro de sus hijos, dos de ellos durante la pandemia. Cierta vez, Davis se quedó sin ideas para entretener a su hijo cuando los parques infantiles estuvieron cerrados, entonces uno de los otros padres del grupo le sugirió hacerle una carrera de obstáculos con almohadas. Cuando a la esposa de Davis se le rompió la fuente, ya en trabajo de parto, le escribió a los Five MB antes que a cualquiera, incluso antes que a sus propios padres.
El grupo se ha acercado más que nunca durante la pandemia. Ahora envían casi 100 mensajes de texto al día, un constante flujo de conciencia sobre lo que está sucediendo en sus vidas. Las conversaciones se sienten más vulnerables y honestas que cualquier otra que Davis haya tenido antes con amigos en el pasado. Son el tipo de conversaciones que nunca habría podido tener sentado en un bar viendo un partido.
“Siempre hay demasiado ruido como para poder llegar al siguiente nivel”, dijo.
‘Voy a ser honesto’
Jonathan Gordon a veces desea que sus amigos de la universidad hablaran sobre temas más serios. El grupo de cuatro hombres, quienes se conocieron en su piso de residencia de estudiantes de primer año en la Universidad de Virginia y ahora están en sus treinta y tantos, han sido todos padrinos en las bodas de los otros. Han hecho viajes internacionales. Todos consideran a los otros hombres del grupo como sus amigos más cercanos.
Entonces, ¿por qué nunca hablan de sus sentimientos?
“Siempre me ha parecido gracioso que hablemos de cosas que son completamente intrascendentes 80 o 90% del tiempo”, dijo su amigo Alex Hyde, de 32 años, durante una llamada conjunta de Zoom la semana pasada.
Cuando se juntan en persona para tomar una cerveza o cenar, los detalles más profundos “se cuelan por accidente”, dijo Hyde. Ahora que no pueden reunirse, los temas más serios no surgen con tanta naturalidad en los mensajes de texto. Se siente más artificial”, dijo Hyde. “En general, con otros tipos, hay una cierta cantidad de acoso y burla que acompaña todo lo que dices… tienes que estar preparado para eso”.
Se siente imposible no volver a burlarnos el uno del otro, dijo Gordon. “No tenemos autocontrol… no puedo contener la risa. Nos ponemos trampas entre nosotros para caer en chistes de doble sentido”, dijo. “En un mundo ideal, no haríamos eso”.
Este es el tipo de conversaciones que Argueta, de 35 años de Falls Church, había llegado a esperar de sus amistades con otros hombres.
El sábado, cuando un par de amigos lo visitaron para ayudarlo a configurar su computadora, Argueta esperaba que se burlaran de él por parecer un “estudiante universitario sin dinero” en su nuevo apartamento tipo estudio, donde no ha puesto casi nada en las paredes y tiene cables por todo su escritorio.
Pero en cambio, los dos amigos le pidieron que hablara sobre lo que condujo a su ruptura y cómo estaba manejando los últimos meses. Argueta les habló con honestidad, sobre su relación pasada, la mudanza, la pandemia, todo. Habló de cosas muy personales con ellos como nunca antes.
Uno de sus amigos le recordó que podía llamar al grupo en Discord en cualquier momento. “Solo habla, di cualquier cosa”, le dijo el amigo. “Alguien te responderá”.