Autor: Sofía Viramontes
En medio de la pandemia, documentada por todos los medios de comunicación, otra crisis pasa desapercibida; por ella no se declara cuarentena, ni se hace un llamado de emergencia. La violencia contra las mujeres no sólo no ha parado durante el confinamiento, sino que ha aumentado significativamente con más reportes de agresiones en el hogar.
Según el INEGI y Data Cívica, entre el 2000 y el 2018, el 32% de los asesinatos de mujeres sucedieron al interior de las viviendas. Considerando que la primera estrategia para prevenir el contagio por el nuevo coronavirus es quedarase en casa, las mujeres que viven en riesgo, se encuentran en campo minado. Según la Fiscalía General y María Salguero –investigadora y creadora de un mapa nacional de feminicidios–, en México 209 mujeres han sido asesinadas durante la cuarentena, en Colombia 19, dice ONU Mujeres y la Fiscalía General, y en Argentina 21, afirma la ONG La Casa del Encuentro.
Estrella, que en realidad no se llama así, pero que por su seguridad no puede revelar su nombre, llegó al refugio tras dos intentos frustrados de salirse de la casa que compartía con su agresor. La primera vez fue al Ministerio Público, pero como no traía golpes no hicieron válida su denuncia y la regresaron a casa. “La segunda vez él se llevó a mi niña, no me la quería entregar; llevaba yo moretones pero me dijeron que solo yendo yo medio muerta me iban a levantar el acta, porque así como iba, no”, cuenta Estrella al teléfono. Su pareja la había ahorcado poco antes, pero las marcas no fueron suficiente evidencia para levantar una denuncia.
Llegó al refugio por recomendación de una familiar que atravesó por una situación similar y cuenta que desde hace años conoce a mujeres que viven en situación de violencia. La casa es parte de la Red Nacional de Refugios (RNR) y se encarga de recibir a mujeres, niñas y niños que, en la mayoría de los casos, son víctimas de violencia familiar.
En el último mes, en México se ha registrado un aumento del 60% en solicitudes de acogimiento realizadas a los refugios. En Guanajuato, Estado de México, Aguascalientes, Colima y Ciudad Juárez –las localidades con mayores índices de violencia de género– se ha rebasado su capacidad al mostrar un crecimiento de hasta 110%.
“Considerando que la primera estrategia para prevenir el contagio por el nuevo coronavirus es el quedarase en casa, las mujeres que viven en riesgo, se encuentran en campo minado”.
Según un reporte de Equis – Justicia para las Mujeres, “en el estado de Nuevo León, la Fiscalía Especializada en Feminicidios registró un aumento del 35% en los delitos contra las mujeres. Además, el Instituto Estatal de las Mujeres de ese estado ha indicado que las denuncias por violaciones incrementaron de tres a cinco diarias”. En Michoacán las Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres reportó un aumento de 60 a 85 mujeres atendidas por violencia de género y un incremento del 60% en el número de mujeres canalizadas a un refugio. En el Estado de México se registró un incremento de 22 llamadas de auxilio en promedio por día comparado al mes anterior, sumando un total de 1,474.
Desde el 1 de enero hasta el 29 de abril en México se han reportado 1,569 muertes por coronavirus, mientras que por violencia de género se calcula se han asesinado 1,200 mujeres, una cifra que en mayo va a la alza. Además el Fondo de Población de las Naciones Unidas calculó que por cada tres meses en confinamiento, 15 millones más de mujeres sufrirán violencia de género en sus hogares.
ONU Mujeres, Inmujeres, Equis Justicia para las Mujeres, RNR, Amnistía Internacional, entre muchas otras asociaciones, han reportado la triple emergencia que viven las mujeres durante la cuarentena. Además de cuidarse del coronavirus como todos los demás, las mujeres tienen que defenderse de amenazas y exigencias culturales; vulnerables en términos de salud, violencia familiar y en la responsabilidad que se les atribuye de cuidar de otros.
Bianca Pérez, psicoterapeuta especializada en intervenciones con orientación de género y fundadora de Sorece (Asociación de Psicólogas Feministas), habló con Gatopardo sobre el riesgo de quedarse en casa. “En general la situación aumenta el estrés agudo en las personas, también la ansiedad y la depresión, que tienen entre sus sintomatología el aumento de frustración”, lo que hace que las respuestas violentas sean más frecuentes, explica.
Además hay otros factores como la presión económica, “que nos puede hacer más dependientes del agresor”, la falta de posibilidades de pedir ayuda y la confianza que puede llegar a sentir un agresor ante la privacidad del confinamiento. “Esto aumenta la impunidad: si antes no se denunciaban las violencias, ahora, ante una situación como esta, las denuncias son mucho menores; no queremos salir de casa a denunciar o las mismas instituciones están paralizadas en este momento”, dice Pérez. Aún así, a solo dos semanas del inicio del aislamiento social, los servicios de emergencia ya habían registrado un aumento del 24.5% en los reportes de violencia familiar, según informa el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la CDMX; de febrero a marzo llegó al 32 porcentual.
Pérez declara que la combinación de situaciones que presenta la emergencia son una amenaza para las mujeres pues ponen en jaque aquellas masculinidades que dependen del prestigio económico, el reconocimiento y el sentimiento de poder y superioridad. “Estas violencias tienen mucho que ver con esta frase de ‘lo personal es político’. Hablamos de problemas que pasan en el entorno familiar o en la casa, pues estamos hablando también de cuestiones estructurales como el género, las relaciones de poder, la clase, la raza, la etnia, la identidad sexual”, dice.
El peligro en el que se pone a las mujeres por las medidas adoptadas contra el coronavirus, también debería de ser contemplado en las estrategias del Estado, consideran en conjunto la RNR, ONU Mujeres, Equis – Justicia para las Mujeres y Sorece. Sin embargo, en el informe presentado por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, no se mencionó ninguna medida de seguridad a adoptar, ni se hablo de apoyos a las redes de cuidado y prevención que protegen a las mujeres. Peor aún, se ha aseverado que no existe ninguna situación de peligro; el presidente asegura que “en México tenemos una cultura de mucha fraternidad en familia”.
“Los refugios son parte de los servicios esenciales, pero casualmente no han dado los recursos. Apenas tenemos en abril la liberación del presupuesto por parte de Hacienda (SHCP) a Indesol, que es la instancia que va a operar el presupuesto”, platica Wendy Figueroa, la directora de RNR. Después añade que, aunque esa primera parte ya se logró, aún hay un largo camino por recorrer, pues si se sigue la burocracia actual el presupuesto les comenzaría a llegar hasta junio.
“El peligro en el que se pone a las mujeres por las medidas adoptadas contra el coronavirus, también debería de ser contemplado en las estrategias del Estado, consideran en conjunto la RNR, ONU Mujeres, Equis – Justicia para las Mujeres, Sorece”.
Debido a la escasez de recursos, el año pasado tuvieron que cerrar tres refugios de la red. Figueroa se teme que, sumado a la crisis económica y al aumento constante de solicitudes de ingreso, le espere el mismo destino a más refugios y casas de transición. Alerta también sobre la falta de atención en las instancias del Estado: “hemos visto que el 50% de las mujeres que llegan a los refugios antes tocaron las puertas de por lo menos tres instancias de gobierno, donde nunca les dijeron que podían llegar a aquí”, y agrega que del sector salud con trabajos llega el 5% de las referidas.
Figueroa suma que en las mismas estadísticas producidas por la RNR, se ha mostrado que “el 15% de las mujeres que han ingresado a los refugios en los últimos tres años están relacionadas con personas del ejército, la marina y de policías”, lo cual demuestra el nivel de impunidad. “Por eso es que yo enfatizo en que México es un estado omiso, cómplice de las violaciones a los derechos humanos de las mujeres. No es un tema de este gobierno; con todo respeto, el gobierno nos da igual. Esta es una deuda histórica para con los derechos de las mujeres”. Sin embargo, no pasa por alto los silencios que el gobierno de López Obrador ha tomado respecto a la crisis de violencia de género.
“No necesitamos políticas que generen pueblo, sino queremos políticas que generen ciudadanía y reconozcan que todas las personas somos sujetas y ciudadanas de derecho, por lo cual tenemos que hacer uso de nuestra voz, pero también ser contempladas en todos los planes del gobierno”, apunta Figueroa.
En un país en el que siete de cada 10 mujeres han sido víctimas de violencia y al menos una decena es asesinada cada día, la pandemia más letal no es el Covid-19.
Fuente original: https://gatopardo.com/