CARE Internacional y ONU Mujeres
Las mujeres y niñas en América Latina y el Caribe enfrentan un preocupante incremento en la violencia doméstica y en la carga relacionada a los cuidados, así como un menor acceso a ingresos y empleo; los potenciales levantamientos sociales como resultado del coronavirus así como las implicaciones a largo plazo impactarán en las brechas de género
La región de América Latina y el Caribe tiene los niveles más altos de inequidad por ingresos en el mundo, con amplias brechas en los niveles de vida en todos los países, sectores y esferas socioeconómicas. Considerando este contexto crítico en la región, el informe presentado hoy por CARE Internacional y ONU Mujeres, a través de un seminario virtual, afirma que asegurar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas en la respuesta al COVID-19 es central para su sostenibilidad y eficacia.
La pandemia afecta de distintas maneras a las personas dependiendo de su género. Como resultado de la crisis, los sistemas de protección social y de salud no tienen los recursos necesarios y generalmente no pueden mantener el nivel de atención que la población demandada. Esto exacerba las desigualdades de género e interseccionales preexistentes, impactando desproporcionadamente a aquellos que ya están luchando para acceder a recursos como es el caso de las mujeres, niñas y personas LGBTIQ+. Reconocer estas diferencias es fundamental para comprender el verdadero impacto de las emergencias de salud y para el diseño de respuestas adecuadas, efectivas y equitativas.
A medida que la situación empeora y la recuperación económica siga siendo larga e incierta, es probable que los levantamientos sociales, y un posible aumento de la delincuencia, contribuyan a la violencia física y sexual contra las mujeres y niñas.
"La crisis del COVID-19 está exponiendo y profundizará las históricas desigualdades socioeconómicas en América Latina y el Caribe", dijo Tatiana Bertolucci, directora de CARE en la región, "mujeres y niñas indígenas, Afrodescendientes y migrantes y refugiadas son más vulnerables a perder su acceso a ingresos y tienen menor protección de los sistemas de bienestar social por trabajar en algunos de los sectores más precarios de la economía. No podemos olvidar que las mujeres frecuentemente son quienes cuidan a los enfermos, adultos mayores y niños, como muchos dependen en ellas, su vulnerabilidad a menudo tiene un efecto dominó dentro de las familias y las comunidades".
El trabajo del cuidado no remunerado, asumido desproporcionalmente por las mujeres y niñas, incrementa aún más a medida que la respuesta frente al COVID-19 mantiene las escuelas, espacios públicos y servicios de atención cerrados. Las mujeres en la región ya dedican casi tres veces más tiempo al trabajo del cuidado no remunerado que sus pares masculinos. Mientras los recursos públicos se destinen a la emergencia, los sistemas de protección social se verán afectados cuando son más necesarios, y por lo tanto las horas dedicadas al cuidado continuarán limitando la capacidad de las mujeres para acceder a los mercados laborales y avanzar en su independencia económica.
De acuerdo con el informe, como resultado del confinamiento, la violencia basada en género, incluyendo el femicidio y la violencia sexual, ha aumentado de manera alarmante. Mientras que algunos países han establecido mecanismos para prevenir y abordar la violencia, otros, donde la situación de las mujeres y las niñas ya era grave antes de la pandemia, continúa deteriorándose.
"Las mujeres son una parte central del proceso de recuperación después de la pandemia", dijo María Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres. “Para construir soluciones a largo plazo, necesitamos apoyar a las organizaciones y redes de mujeres que ya están en la primera línea de la respuesta. Las mujeres son las más afectadas por la desigualdad y la discriminación. Abordar sus necesidades e incluirlas en la toma de decisiones es una parte clave de la solución. La inclusión de las mujeres en la recuperación socioeconómica se traduce en comunidades resilientes y desarrollo sostenible.”
El informe plantea las siguientes recomendaciones:
- Recolectar datos desagregados por género y edad de forma sistemática con respecto a la salud, la economía, la política y el sector social afectados por COVID-19, de manera que se garantice que la respuesta incluya a las mujeres y las niñas y que no se perpetúen las desigualdades de género;
- Asociarse con organizaciones de mujeres y LGBTIQ+ y promover su participación en el diseño y planificación de la respuesta y recuperación económica y social;
- Permitir el acceso a los servicios de salud para las mujeres y las niñas y otros grupos de riesgo. Eliminar el costo de la prevención, tratamiento y cuidado del COVID-19, de manera que no limite el acceso y prevenga el contagio.
- Reconocer y abordar la división desigual del trabajo del cuidado, como un elemento esencial de la salud pública de emergencia y de la respuesta económica; de acuerdo a ello, proporcionar apoyos socioeconómicos adecuados. Reconocer la precaria condición de los grupos dedicados al cuidado como las trabajadoras domésticas, su exposición y la situación de sus derechos laborales fundamentales;
- Incluir los servicios de atención a la violencia de género, el acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) y los servicios de salud sexual y reproductiva, como pilares de todas las actividades de respuesta y recuperación, considerándolos servicios esenciales para salvar vidas, tanto durante la respuesta como la recuperación.
Informe:https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2020/05/lac%20brief%20espanol%20final%20jun%201.pdf?la=es&vs=5245