Por: Olivia Carballar
Un estudio cualitativo realizado por la socióloga Carmen Ruiz Repullo e impulsado por el Instituto Andaluz de la Mujer muestra que la mayoría de las víctimas sufre violencia sexual, camuflada por el "falso consentimiento" y condicionada por el modelo de sexualidad imperante.
Pregunta: Y cuando rompías con él, que era lo que estábamos hablando, ¿él cómo se lo tomaba?
Respuesta: Pues que no, que tenía que ser suya y que no podía estar con nadie más.
P: Y tú cuando te decía: “tú eres mía”, tú, ¿qué decías?, ¿te gustaba que te lo dijera?
R: Sí, porque no sé me… no sé, me gustaba que, por una parte fuera así, pero por otra no.
P: ¿Por qué?
R: Porque no.
Son las respuestas de una de las chicas entrevistadas en el estudio Voces tras los datos: una mirada cualitativa a la violencia de género en adolescentes, realizado por la socióloga Ruiz Repullo e impulsado por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM). La investigación llega a tres conclusiones fundamentales: la violencia física que sufren las adolescentes puede ser tan severa como la que sufren las mujeres adultas, pero a diferencia de lo que suele ocurrir con estas últimas, esa violencia no surge siempre cuando la relación se extiende en el tiempo, sino desde el primer momento; el control tecnológico está tan extendido en la adolescencia que no levanta sospechas; y la inmensa mayoría de las víctimas adolescentes sufre violencia sexual, camuflada por el «falso consentimiento» y condicionada por el modelo de sexualidad imperante.
R: […] A él, lo único que le gustaba es hacer… le gustaba nada más, las relaciones sexuales, lo único que él pensaba era en eso, y yo no pensaba nada de eso, yo quería estar con él y dar paseos, irme a cenar y no estar encerrados en su casa hasta que él se cansara, yo estaba deseando que se cansara ya…
P: Y tú, ¿se lo decías a él que no querías hacerlo?
R: Yo no podía decirle nada a él.
P: ¿Por qué?
R: Porque le tenía mucho miedo, porque si yo le decía que no tenía ganas, ya me decía que lo había hecho con otro y me pegaba, y yo prefería aguantarme a decirle que no.
El estudio se basa en entrevistas en profundidad a 22 víctimas adolescentes usuarias del Programa de Atención Psicológica a Mujeres Menores de Edad Víctimas de Violencia de Género del IAM y a seis chicos condenados por violencia en el ámbito familiar y que han ejercido maltrato con sus parejas. Todas las encuestadas reflejan ideas consolidadas como «el amor para toda la vida», «la media naranja», «los celos como signo de amor» y la esperanza de que «el amor lo cambia todo».
P: ¿Tú crees que él es el amor de tu vida?
R: Creo que sí.
P: ¿Por qué crees que sí?, ¿en qué se nota que es el amor de tu vida?
R: En que no me imagino sin él.
En el caso de los chicos, todos reproducen el modelo cultural de masculinidad hegemónica: líderes de grupos, chulos, malotes… Según explica la investigadora, cualquier expresión de debilidad les puede hacer moverse de su lugar de «poder y liderazgo» y, aunque lo estén pasando mal, lo guardan porque «ya se han aprendido que los hombres no lloran».
P: ¿Pues te definirías como un chico chulo?
R: Depende del momento.
P: ¿Por qué?
R: Porque más chulo que yo, si quieres ganarte mi respeto gánatelo pero no intentes quedar por encima, yo que sé, yo siempre he tenido lo que me ha dado la gana y cuando no lo he tenido, lo he comprado.
P: […] ¿y si ahora me enamoro de una chica que no me quiere qué?, ¿la compras?
R: Es que normalmente, se puede hacer más o menos.
P: ¿Comprar a una chica?
R: No, impresionarla a base de dinero es muy fácil, demasiado creo yo, muchas noches, sobre todo las últimas… que estaba con ésta (se refiere a la chica), toda la noche la he tenido más que tomando copas, porros, toma porros y a las niñas se les cae todo.
P: ¿Por el dinero?
R: Sí, hoy en día sí, desgraciadamente, […]
Ambos, tanto ellas como ellos, creen que «el hombre duro y difícil» es el más atractivo. Se reproducen así los roles culturales aprendidos, pero sin ser conscientes de que ese mismo modelo determina las relaciones de pareja asimétricas y machistas.
P: Y, ¿qué opinión te merecen películas como Tengo ganas de ti o a Tres metros sobre el cielo?, ¿las has visto?
R: Sí (risas), pues que son muy bonitas, que… bueno que el actor es Mario Casas, tiene agresividad.
P: Y lo venden como algo normal, ¿tú crees que esas películas influyen en que las chicas nos enamoremos de una determinada manera?
R: Sí.
P: ¿En qué influye?
R: En que nos enamoremos de un machote como Mario Casas.
«El ideal romántico está tan asentado entre las chicas de la muestra, que aun siendo conscientes de que están dentro de una relación insana y que no les conviene, la significación que algunas dan a estos signos hace que los vivan de manera “normalizada”. A esta ceguera se une el hecho de que la violencia de género no surge de la noche a la mañana sino que se convierte en un proceso continuado en el que las chicas van siendo sometidas a los dictámenes que el chico impone en la relación», sostiene la autora, que narra a través de casos concretos cómo se produce la escalera cíclica de la violencia de género en estas nuevas generaciones. Todas las adolescentes parten del amor romántico y, a partir de ahí, comienzan a subir una escalera en la que cada peldaño es una fase añadida de violencia. En todos esos escalones se pasa por el ciclo propio de la violencia de género.
Fuente original: www.lamarea.com