Autora: Lauren Crothers
Desde hace casi cinco meses, cuando la crisis del COVID-19 se declaró pandemia, las defensoras ambientales que protegen algunos de los ecosistemas más amenazados del mundo se vieron obligadas a adaptarse para contrarrestar los efectos de la emergencia sanitaria en sus comunidades.
Las investigaciones han demostrado que, en relación con los hombres, las mujeres se ven desproporcionadamente afectadas por el cambio climático y otros problemas ambientales: son más propensas a vivir en la pobreza y dependen en gran medida de los recursos naturales para sobrevivir.
La Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA)—una red de organizaciones comunitarias dirigidas principalmente por mujeres, fondos de justicia ambiental y derechos de las mujeres y ONG—se enfoca en la intersección de los derechos humanos y los problemas ambientales que afectan a las mujeres en todo el mundo. Así pues, la Alianza ha recopilado testimonios orales de mujeres de diferentes partes del mundo. Según las representantes de GAGGA, la organización está preocupada por el impacto de la pandemia del COVID-19 en las mujeres y su capacidad para acceder al agua. El acceso al agua es crítico para prevenir la propagación del coronavirus.
Colaboración entre el Centro de Recursos Pakriti y TEWA (Fondo de Mujeres de Nepal). El objetivo de estas organizaciones es empoderar a las mujeres para que se involucren con los gobiernos locales en Nepal y los presionen para que desarrollen y apliquen políticas, planes y programas que tengan en cuenta el clima y el género. Crédito de la foto: TEWA.
La organización señala cómo la pandemia “impacta a las mujeres de una manera distinta, ya que ellas son las responsables de administrar el agua y los alimentos y del cuido de sus familias y comunidades, garantizando de esta manera la seguridad alimentaria y la supervivencia de las poblaciones locales”.
Las entrevistas sonoras recopiladas por GAGGA con sus miembros y copartes son parte de su nueva serie de podcasts, “Voces de GAGGA”, que aborda este tipo de temas. Los podcasts incluyen relatos de primera mano de mujeres en la vanguardia de la lucha para proteger el medio ambiente. Según el podcast sobre derechos humanos, “muchos de los gobiernos de los países donde trabajamos están utilizando las medidas implementadas a causa del coronavirus como excusas para vulnerar derechos y poner en marcha políticas que marginan y discriminan, además de debilitar las regulaciones ambientales”.
Miembros de Shingai Matimba inspeccionan sus cultivos. Las mujeres agricultoras en Zimbabue tomaron la iniciativa al establecer un jardín comunitario para combatir las actividades mineras ilegales que destruyen sus tierras. Imagen cortesía de GAGGA.
Las entrevistas con las activistas ambientales de diferentes partes del mundo también han revelado varias de las consecuencias de la pandemia en la vida diaria, desde la falta de equipo de protección personal (EPP) hasta el desplazamiento y la inseguridad alimentaria, pero también muestran los pasos que están tomando para abordar estos problemas.
Bhanu Kalluri trabaja con el Dhaatri Trust en India, que se enfoca en las necesidades de las mujeres indígenas y las mujeres afectadas por la industria minera. Casi un millón de casos de COVID-19 han sido confirmados allí —solo Estados Unidos y Brasil tienen más casos. Dhaatri Trust también dirige un programa de derechos y competencias forestales para sus miembros. Sin embargo, la organización ha descubierto que la pandemia ha afectado la capacidad de sus miembros de vender productos forestales dado que el número de mercados semanales se ha reducido.
En su entrevista con GAGGA, Kalluri dice que el COVID-19 ha tenido un impacto “severo” en las áreas de alta migración del país, “especialmente [en] las personas pobres y sin tierra que han estado migrando a otros estados de la India, donde trabajan como trabajadores de la construcción, en la minería o en fábricas, ya que han perdido sus tierras; la mayoría de ellos han sido desplazados de sus tierras originales”.
Debido a la pandemia, dice Kalluri, “muchos trabajadores migrantes están varados, [así que] estamos tratando de ayudarlos a quedarse donde están y encontrarles comida y refugio”.
Las mujeres Ogoni están involucradas en un programa de regeneración ambiental en el Delta del Níger, un área que ha sido afectada por décadas de exploración y explotación petrolera. A través del Centro de Desarrollo de Mujeres Lokiaka, estas mujeres están desarrollando viveros de plantas frutales y cultivando manglares. Crédito de la foto: Centro de Desarrollo Comunitario de Lokiaka.
Dado que hay muchas personas sobreviviendo con raciones, Kalluri dice que el Dhaatri Trust ha estado “rastreando los proyectos de ayuda social del gobierno a causa del COVID, especialmente la distribución de alimentos y medicinas”, y ha establecido redes de jóvenes voluntarios que recopilan datos sobre el número de familias que han regresado o no a sus hogares.
Es preocupante que varias de las mujeres en estas áreas viven con silicosis, una enfermedad común entre las personas que trabajan en la minería y que puede causar cicatrices en los pulmones y afectar la capacidad respiratoria.
“Principalmente, lo que encontramos es que en la mayoría de nuestras áreas hay muchas viudas, mujeres solteras y mujeres que viven con silicosis en sus familias, así que estas son las familias más vulnerables, ya que dependen completamente del salario que se ganan día a día”, afirma Kalluri.
Activistas feministas y medioambientales jóvenes en la 25ª Conferencia de las Partes de la CMNUCC (COP25). FRIDA, el Fondo Feminista Joven, anunció la beca “Justicia Climática y Ambiental para Medios” en asociación con Open Global Rights (OGR), una plataforma internacional de medios centrada en los derechos humanos. Se seleccionaron cuatro becarias de Colombia, Kenia, India y Filipinas, cuyo trabajo y activismo están conectados a sus contextos locales /regionales. Imagen cortesía de GAGGA.
En Indonesia, Riska Darmawanti trabaja con Observación Ecológica y Conservación de Humedales (ECOTON), cuyo objetivo es el empoderamiento de las mujeres y la preservación de las cuencas hidrográficas en Sambas, Borneo occidental, afectadas por la industria del aceite de palma. Hasta la fecha, Indonesia tiene más de 8 100 casos confirmados de COVID-19, según cifras recientes del ministerio de salud.
“Las mujeres con las que trabajamos son recolectoras de caucho, jornaleras en las plantaciones y agricultoras— productoras de arroz. Estas mujeres, especialmente las jornaleras y agricultoras, corren más riesgo de exponerse a pesticidas, que según nuestras observaciones [son] en su mayoría peligrosos”, dijo Darmawanti a GAGGA.
“Ahora con el brote de COVID-19, estas mujeres no pueden darse el lujo de quedarse en casa o poner en práctica el distanciamiento social, ya que sus ingresos dependen [de salir a trabajar]. Lo que es peor, el hecho de estar expuestas a pesticidas peligrosos incrementa el riesgo que corren por el COVID-19, pues ya tienen otros problemas de salud a causa de ellos”, indica.
Darmawanti también dijo que las mujeres están bajo mayor presión para acceder a agua limpia y que ECOTON está tratando de “proporcionar alternativas con respecto a los recursos de agua que toman, que proviene del agua pluvial”, así como incrementar la conciencia de las mujeres sobre mejores prácticas de saneamiento e higiene.
En otras partes de Indonesia donde ha habido escasez de equipo de protección personal (EPP), como máscaras, los grupos de mujeres se han unido para encontrar soluciones.
Según Laili Khainur, directora de una ONG de base para mujeres llamada Gemawan, hay inquietud sobre la escasez de alimentos y la falta de EPP.
En respuesta, dice Khainur, el grupo ha estado “movilizando el poder de los grupos de mujeres para que hagan su propio equipo de protección personal —mascarillas de tela, por ejemplo— y lo compartan con los integrantes de las comunidades”. También se ha estado exhortando a los miembros a “cambiar la estrategia de venta de alimentos y productos —[en lugar de hacerlo de manera] tradicional a [hacerlo en] en línea” para mitigar la pérdida de dinero que se solía ganar en los mercados locales.
En su informe anual publicado en mayo, GAGGA plantea que la pandemia ha “cambiado radicalmente” la vida de muchas comunidades en todo el mundo, “profundizando particularmente los conflictos preexistentes y empeorando la escasez en las comunidades más marginadas, incluidas las mujeres”.
Sin embargo, [GAGGA] dice también que la crisis es una oportunidad para que las voces de las defensoras del medio ambiente se amplifiquen y para que utilicen sus “conocimientos y prácticas tradicionales”.
Imagen principal: Mujer maya en Ixquisis, Guatemala, donde las mujeres indígenas se enfrentan a la construcción de dos represas financiadas en parte por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con la ayuda de las ONG.
Foto de Anna Miller/AIDA.
Fuente original: https://news.mongabay.com/2020/07/environmental-defenders-voice-concerns-as-covid-19-crisis-deepens/
Traducción proporcionada por GAGGA (Global Alliance for Green and Gender action).