Ceshia Ubau es una cantautora nicaragüense que ha dedicado gran parte de su vida a la música. En sus canciones habla sobre migraciones, feminismos y la belleza que se guarda dentro del caos.
Ceshia Ubau se dedica a la canción porque no puede concebir otra forma de vivir. Su apariencia, con su cabello lleno de rulos bien definidos, la sonrisa constante de oreja a oreja, piel morena y esa aura que llena siempre de paz donde va, se ve también reflejado en su trabajo musical.
En sus letras, Ceshia Ubau habla de feminismos, de salud mental y de otros temas cercanos a su realidad. Aprecia la vida, se inspira de ella.
La música siempre ha estado con ella. Aprendió a tocar el piano a eso de los 6 años y hace unos cinco comenzó a musicalizar sus poemas, los cuales se han convertido en parte de su repertorio original, como el disco Con los Ojos al Alma, que sacó cuando tenía 19.
“Todo me inspira. Las personas, sus batallas, la vida entera. Todo puede ser una historia”, expresa, con ese suave y pacífico tono de voz que caracteriza sus canciones.
Pero si de historias hablamos, la de Nicaragua, su país natal, la ha marcado. A los 20 años tuvo que migrar hacia Costa Rica tras participar activamente dentro de las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega de 2018, donde resultaron al menos 325 personas asesinadas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Entró a un territorio nuevo llena de temores por lo desconocido y con el trauma de salir de una dictadura, pero feliz, afirma. Siente que está apenas en el comienzo de su vida.
Ser migrante se convirtió en parte de su identidad. Sus nuevas producciones están basadas bajo sus propias experiencias, desde la lejanía de su tierra, pero también la de sus compatriotas, que cuenta, muchos la han pasado terrible.
“Siempre es duro migrar. Todo lo que una dejó atrás, todo lo que conocemos de nuestra vida ya no existe, pero tengo esta oportunidad. Tengo la oportunidad de vivir, de sanar, de ayudar”, explica.
Ceshia Ubau conversó con Distintas Latitudes sobre el exilio, su activismo y otros temas.
¿Qué significa la música en tu vida?
Es uno, un salvavidas. Dos, un trabajo. Tres, un oficio. Cuatro, la vida misma. Yo quiero hacer esto siempre.
¿Cómo hacer activismo con la música?
Es posible, sí. La música de por sí ya es una forma de manifestarse. El amor es político, creo que todo tiene una connotación política y al final la música es una gran medio de comunicación. ¿Por qué no?
¿Con quién de todo el mundo te gustaría colaborar dentro de tus canciones?
Hay mucha gente. Como fangirl y groupie… Alejandro Sanz. Admiro mucho a Liliana Herrero, que es una gran cantora argentina. Me gustaría mucho colaborar con Sara Curruchich, que es una gran cantautora guatemalteca. Natalia Lafourcade, Rosa Lane… con los Cojolites, que son una agrupación mexicana. Muchos.
¿Qué canciones, que no son tuyas, dirías que te describen?
Creo que “Una Pena” de Lucio Feuillet, “Mala Hierba” de Rebeca Lane, “María, María” de Milton Nascimento, “Soñero” de Jorge Fandermole y “Como la Cigarra” de María Elena Walsh, que lo tengo tatuado en el brazo. Estas canciones tienen en común estas canciones es que hay un personaje que le duelen muchas cosas internamente, pero está claro que no lo van a matar. Hay un personaje que está ahí, que tiene algo que le duele, pero sale a flote de eso, se convierte en alguien resiliente.
¿Cómo ha afectado tu proceso creativo lo que pasa en Nicaragua?
Creo que se ha nutrido. Realmente. Yo siempre pienso en una frase que dijo Gustavo Cerati, sobre que sacar belleza dentro del caos, es virtud. He tenido eso como bandera. Eso me ha ayudado a definir aún más qué es lo que yo quiero reflejar en mi música.
¿Qué es el exilio para vos?
Es un proceso de duelo. Migrar es un duelo. El exilio, usualmente ha tenido una connotación política y yo no considero que sea una exiliada política. Claramente no estoy allá por mi seguridad, por la situación, por mi propia vida, pero mi exilio fue voluntario y con el objetivo de crecer como persona. Es difícil de explicar, no sé, es irte. Es dejarlo todo por conservar algo de uno. Es eso que uno quiere conservar porque es invaluable y vale mucho más por lo que lo dejaste.
¿Qué escritora o escritor de Nicaragua recomiendas leer?
Sergio Ramírez, como parte de su generación. Mario Urtecho, que se dedica más a cuentos y siento que refleja de una forma cero pretenciosa y natural la idiosincrasia del nicaragüense. De esta generación, a Mario Martz y el libro Los jóvenes no pueden volver a casa, todas son obras de ficción y son tan tangibles como hablar de su generación, como una persona nacida en el 88 hacia abajo, como yo que soy del 97.
¿Quiénes crees que harían una «girl band» perfecta?
Creo que Maria Cristina Plata, con Esperanza Spalding, Na Morales, María José Ocarina y yo como productora. Risas.
¿Cuál es tu postre favorito?
El cheesecake. Me encanta llegar a la galleta.
¿Quién representaría perfectamente a la descripción que hacés en «Las mujeres de mi tierra»?
Mi prima Lucía (Pineda). Yo realmente… “Las mujeres de mi tierra” es una canción para las mujeres nicaragüenses, latinoamericanas. Es que yo no conozco a todas las mujeres del mundo, pero sé que puedo interpretar esa canción con ella. No por ser mi prima ni la gran figura periodística que es, sino que como ser humano es demasiado noble, es integra.
Ilustración de portada: Alma Ríos
Fuente original:https://distintaslatitudes.net/entrevistas/ceshia-ubau-cantautora-migrante?fbclid=IwAR14rjY36CUZI-SQQyGfT-MuiAAOFLCfeedo0rn4eBUM2ZAdJb91TQjLLLg