Autora: Laura de Grado Alonso
La filósofa Ana de Miguel durante el seminario virtual "Filosofía y feminismo: si la filosofía lo mueve todo... ¿por qué encerró a las mujeres y cada filósofo puso su propio cerrojo?", organizado por la Oficina de la Mujer del CNIO.
“Cómo es posible que la filosofía que todo lo mueve, que todo lo pregunta de forma radical, que se ha hecho durante más de veinticinco siglos desde que el ser humano empezó a escribir, cómo es posible que todos los filósofos, salvo alguna excepción, hayan coincidido en una cosa: en elaborar un discurso que legitimara la inferioridad intelectual, moral y física de las mujeres respecto a los hombres“.
En estos términos se ha expresado la filósofa Ana de Miguel durante el seminario virtual “Filosofía y feminismo: si la filosofía lo mueve todo… ¿por qué encerró a las mujeres y cada filósofo puso su propio cerrojo?”, organizado por la Oficina de la Mujer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).
Durante el encuentro online, la Profesora Titular de Filosofía Moral y Política de la Universidad Rey Juan Carlos ha criticado la ceguera social ante el hecho de que todos los “grandes filósofos” de la historia hayan sido hombres y que hayan prohibido pensar a las mujeres.
Ana de Miguel estudió filosofía en Salamanca y de los cinco años que dedicó al aprendizaje de esta doctrina, recuerda que solamente tuvo profesores varones y que todos los filósofos que estudió fueron, también, hombres.
“Nadie nos preguntábamos “¿cómo es posible que los filósofos fueran todos varones? o ¿ha tenido esto alguna consecuencia en lo que pensaron? o ¿por qué prohibieron a las mujeres pensar?”, ha rememorado la también responsable del Programa de Doctorado de Estudios Interdisciplinares de Género y del Observatorio de Género de la URJC
Rousseau y Kant, filósofos que legitimaron la exclusión de las mujeres
Ahora, con el paso de los años y analizando todas esas preguntas, tiene muy presente la manera en la que todos esos pensadores han ido legitimando la desigualdad con sus discursos. Como ejemplo, De Miguel señala a Jean-Jacques Rousseau, a quien se ha estudiado como una de las mentes más igualitarias de la Revolución Francesa, que a propósito de las mujeres decía: “hacer nuestras vidas fáciles y agradables: éstas son las obligaciones de las mujeres durante todo el tiempo y lo que debe enseñárseles en su infancia”.
O a Immanuel Kant, filósofo alemán de la Ilustración y precursor del criticismo, que en sus escritos legitima la exclusión de las mujeres de todo derecho de ciudadanía, del espacio público, del trabajo asalariado, de la conversación creativa o de la política.
“Kant, el autor de “¿Qué es la Ilustración?”, coge la pluma para legitimar que las mujeres queden encerradas en jaulas”, critica De Miguel.
En ese mismo texto, alude la filósofa, Kant formulaba su famoso ¡Sapere aude! (atrévete a saber), animaba también “a salir de la minoría de edad” (el filósofo alemán llama minoría de edad a la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro) y a “ser ilustrado”, pero en ningún caso sus apelaciones iban dirigidas a las mujeres.
“Es como si a la altura del siglo XVIII los filósofos se hubieran juntado y hubieran pensado que para que la humanidad llegue a cotas altas, las mujeres tendrán que ser reducidas a la nada, convertirse en la condición material de apoyo para que los hombre puedan hacer el mundo”, explica De Miguel.
No se cuestionaron su misoginia
Para la profesora de Filosofía Moral y Política uno de los factores mas reprochables es que muchos de los hombres que establecieron el orden social eran “personas entrenadas para pensar, para preguntarse todo” y, sin embargo, nunca se preguntaron “¿Cómo nos toleramos hacer lo que hacemos a las mujeres?“.
Eso mismo, según ha expuesto De Miguel durante su intervención, se lo planteó la escritora y filósofa política francesa Olimpe de Gouges hacia 1791 cuando escribió el alegato “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana” para denunciar que la Revolución Francesa olvidaba a las mujeres y reclamar un trato igualitario.
“Hombre hinchado de soberbia y vanidad quien te has creído que eres para dejarme sin derechos a mi y a todas mis hermanas”, clamaba de Gouges al ver que los varones que dirigían la revolución carecían de planteamiento feminista.
Así, según la pensadora española, hace más de doscientos años, de Gouges y otras mujeres dijeron “se acabó, queremos salir de aquí, queremos vivir una vida humana”.
Además, ha recalcado que muchos de los problemas de nuestra humanidad proceden de que “la sociedad se organizó con los hombres subiéndose en los hombros de las mujeres”.
Cambiar las condiciones materiales y simbólicas de la sociedad
Esta reivindicación la ha recogido el movimiento feminista actual y, en concreto, durante el histórico Paro Internacional de Mujeres el 8M de 2018 las mujeres lanzaron un mensaje muy claro, que Ana de Miguel resume en: “Hasta aquí hemos llegado, no vamos a seguir siendo esa nada, seres sólo relativos a los hombres, relativos al cuidado de los otros, ya no vamos a ser eso”.
Sin embargo, pese a esta demanda de derechos por parte de las mujeres, muchos hombres parecen no querer cambiar, algo que la ponente encuentra su explicación en la filosofía moral.
“La filosofía moral nos manda un mensaje claro, nos dice “ponte en el lugar de la otra persona”, pues yo creo que a los hombres, no sé cómo ni por qué, literalmente se les entrena para no ponerse en el lugar de la otra persona“, ha explicado De Miguel.
En este sentido, la pensadora ha dedicado los últimos años a estudiar la prostitución, la pornografía o los vientres de alquiler con el objetivo de entender “cómo los hombres se toleran hacer esas cosas”.
Aun con la pregunta sin respuesta, Ana de Miguel tiene claro que ha llegado el momento de revertir la situación, puesto que considera “intolerable” dejar esta sociedad a las generaciones futuras.
“Tenemos que cambiar las condiciones materiales de la sociedad y las condiciones simbólicas, hombres y mujeres nos tenemos que juntar y cambiar la manera en que vivimos“, ha añadido.