Autorretrato del autor
Vivimos un momento histórico caracterizado por replantearse conceptos que hasta el momento dábamos por definidos y generalizados, pero que al darles una mirada más profunda y personal nos damos cuenta que algo no anda bien. Y es que esos conceptos no responden al contexto en el que existimos y no aplican para realidades vivenciales que cada vez aumentan en cantidad. De la misma manera que la biología molecular ayuda a expandir el conocimiento sobre la constitución y relación entre los seres y sus partes, dejando a la biología tradicional como algo primitivo, repensarnos a nosotros mismos se vuelve un ejercicio necesario para la evolución de la construcción individual y colectiva en la que vivimos.
Soy una persona nacida en los años 80 del siglo XX, en la televisión reinaba un auto fantástico, un hombre que construía dispositivos tecnológicos con cualquier cosa, en el cine Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger hacían estallar cosas en países de Asia o el Oriente Medio. Nunca fui considerado un niño normal en la escuela que era sólo para varones, el ambiente era hostil y religiosamente castrante, nunca tuve una fortaleza física sobresaliente, mi destreza para los deportes de contacto era nula, baja estatura y sin inclinación a la pelea, lo mío era imaginar, dibujar y los videojuegos. Con el tiempo estas características se fueron marcando con mayor intensidad, prefiero el ajedrez ante el futbol, los acertijos intelectuales ante las carreras de carro, lloro en el cine y prefiero el dibujo profesional ante un trabajo de oficina; pero hay algo que se ha mantenido constante en cada etapa de mi vida y es lo que la construcción social espera de mí específicamente como hombre triunfador.
Probablemente en los albores de la especie humana ser un macho fornido y agresivo conllevara a mayores oportunidades de reproducción y lograra una posición de supremacía en el grupo, pero hoy nuestra situación como especie es diferente, sin embargo muchos patrones, valores y roles se mantienen vigentes en las construcciones de género, del macho alfa se espera que sea: fuerte, competitivo, musculoso, viril, temerario, independiente, sobre todo proveedor y que no flaquee nunca. Si bien no regresamos con un animal muerto en nuestras espaldas el valor cualitativo como varón se identifica socialmente en el rendimiento productivo-laboral, económico o bélico y el estatus lo determina la posesión. Esta masculinidad hegemónica afecta tanto mujeres invisibilizándolas como a hombres dictando el canon de la única forma correcta de ser hombre.
Todo hombre que no cumpla con estos patrones queda excluido del conjunto social considerado como aceptable, lo que conlleva a crisis existenciales, depresión o hasta la muerte.
¿Si esto no es beneficioso para nosotros, cuál es el propósito de promulgarlo y quién nos obliga a repetirlo?
Existe toda una estructura de ganancias económicas e ideológicas que se encargan de mantenernos entretenidos y manipulables, cuando tenemos miedos y complejos somos vulnerables y el aprovecharse del miedo a no pertenecer al grupo de lo que es “aceptable” reporta ganancias incalculables a los dueños del tablero del que somos piezas descartables.
Las niñas de rosado y los niños de celeste, ¿Real o Barcita?, si lloras sos marica, los estereotipos se instalan en las mentes por repetición y desde la infancia intencionalmente antes que podamos desarrollar una capacidad analítica para cuestionar dichos patrones normalizándolos para ser considerados como naturales.
¿Qué podemos hacer al respecto?
La masculinidad es una construcción social lograda a lo largo de los siglos y como construcción así como fue montada puede ser desmontada y desaprendida. El primer paso es pensarnos a nosotros mismos, conocernos a profundidad, saber que nada tiene de malo llorar, estar en sintonía con nuestras emociones y sentimientos, que si algo nos afecta podemos platicarlo, dejar atrás los conceptos que no responden a nuestras necesidades y crear nuevos idearios que formen personas libres y felices, si queremos ir al futuro entonces debemos empezar a construirlo hoy.
Ilusión vacía
Es el cuerpo un medio para transitar la ilusión de la existencia y una vez aprendido que está vacío y podemos llenarlo con lo que desee nuestra voluntad, todo el andamiaje de la realidad se pone a nuestro servicio, eso es el oro que busca el curioso alquimista.
Tinta y hoja de oro sobre papel perlado, 20″ x 15″.
Estudio de composición y planteamiento de postura
Autor: Gonzalo Vásquez
Fuente original: https://www.agenciaocote.com/imaginar-desde-otras-masculinidades/?fbclid=IwAR1szSZo9KmaXrzi9pBIAwYge1kPlUAC6YtUQ7P9g7fNinIQ3KWq8sHicK4