El papel de la familia en la superación del binarismo de género, la discriminación y la violencia

Por Marvin Mayorga Norori
Psicólogo forense, Universidad Centroamericana (UCA)

En el presente ensayo repasaremos los planteamientos teóricos más importantes de la psicología humanista para comprender la relación entre las identidades, las sexualidades y la violencia. Haremos un reconocimiento de las dimensiones del yo integral y su relación con el aprendizaje de género en la cultura y la sociedad. Observaremos y reflexionaremos sobre el papel de la familia para finalmente responder a la pregunta de ¿Por qué la familia es el núcleo social y cultural que puede cambiar la violencia y discriminación de género?

La psicología humanista es una rama fundamental de la ciencia de la psicología, ampliamente aplicada en la investigación acción participativa cuyos planteamientos fundamentales provienen principalmente de los postulados teóricos de Alfred Adler, Abraham Maslow, Karen Horney, Carl Rogers y Erich Fromm.

Las teorías humanistas de la personalidad hacen hincapié en que las personas están motivadas positivamente y progresan hacia niveles más elevados de funcionamiento social. Plantea que la existencia humana está por encima de luchar por conflictos internos y crisis existenciales-emocionales.  Por tal motivo, los postulados teóricos y dinámicos que subrayan la bondad fundamental de las personas y su lucha por alcanzar niveles más elevados de conciencia, conocimiento y funcionamiento se incluyen en las teorías humanistas de la personalidad.  Las teorías de género, teorías de masculinidades y teorías feministas encajan en el modelo humanista porque sus postulados analizan, investigan, profundizan y proponen alternativas a las relaciones de poder entre hombres y mujeres, mismas que buscan la armonía y el entendimiento entre los seres humanos, fomentan el respeto a la naturaleza y el medio ambiente y contribuyen a reducir las brechas de género en el mundo desde un enfoque de derechos humanos.

En Superioridad e interés social (obra póstuma de 1965) (Sánchez, 2017), Alfred Adler escribió sobre las fuerzas que contribuyen a estimular un crecimiento positivo y a motivar el perfeccionamiento personal, por lo que en ocasiones se considera a Adler como el primer teórico humanista de la personalidad.

Abraham Maslow[1], por su parte, no se centró en casos clínicos, sino que en personas sanas, enfocándose en el desarrollo de las potencialidades, la capacidad de escoger y la creatividad de las personas. (Corbin, 2019).  Maslow fue el líder de la escuela humanista de psicología, misma que surgió en la década de 1950–60 y a la que él se refería como la “tercera fuerza”, más allá de la teoría freudiana y el conductismo. La teoría de la personalidad de Maslow parte de supuestos básicos de origen biológico y afirma que la naturaleza humana es buena por sí misma, que las reacciones violentas no forman parte de ella, que son aprendidas en la vida y son respuestas a la frustración de las necesidades elementales.

Karen Horney planteó que el desarrollo de la confianza básica, es decir, la confianza en sí mismo y en las demás personas, está determinada —en una persona “normal” y no una neurótica— por un ambiente que satisfaga las necesidades de cariño, cuidado, disciplina y estimulación, entre otros. Si estas necesidades no se satisfacen, la persona percibe el ambiente, en general, como hostil, lo cual genera un sentimiento de frustración hacia sus necesidades y resulta en una separación de su yo real (Horney, 1950).

Carl Rogers desarrolló una teoría de la personalidad centrada en el yo, en la que se ve al hombre o a la mujer como un ser racional, con el mejor conocimiento posible de sí mismo y de sus reacciones, proponiendo además el autoconocimiento como base de la personalidad y a cada individuo como ser individual y único. (Rogers 1967).

En su evolución desde la década de los 50, varios teóricos plantearon enfoques teóricos-prácticos basados en análisis sociales, estructurales incluso ambientales. Uno de los más importantes fue Erich Fromm, quien, inspirado por las obras de Johann Jakob Bachofen[2], llegó a ser un firme defensor de los derechos de las mujeres (Kellner, 1991) :

La comprensión plena de esta ideología patriarcal exigiría un análisis más detallado. Las mujeres constituyen una clase dominada y explotada por los hombres en todas las sociedades patriarcales; como todos los grupos explotadores, los hombres dominantes deben producir ideologías a fin de explicar su dominación como natural, y por lo tanto necesaria y justificada. Las mujeres, como la mayoría de las clases dominadas, han aceptado la ideología masculina, aunque en privado sustentaban sus propias ideas contrarias. Parece que la liberación de la mujer comenzó en el siglo 20, y que va acompañada por un debilitamiento del sistema patriarcal en la sociedad industrial, aunque ni siquiera hoy existe en país alguno una igualdad total, de facto, de las mujeres.

Fromm también desarrolló otro aspecto teórico importante que es el concepto de la “destructividad”, concepto que no sólo analizó a niveles individuales e interpersonales, sino dándole también un carácter histórico, social y político. Este argumento teórico es lo que hoy conectamos con la violencia, la discriminación y el odio.

La destructividad es la manera como se genera la culpa, se convierte en una forma de destrucción, además de la posesión de un super yo muy estricto, el amor dócil a la autoridad paterna, el dominio del más fuerte sobre el más débil y la aceptación del castigo como solución por la culpa.

En este breve repaso hemos trazado someramente cómo la psicología social y humanista ha avanzado en muchos ámbitos, principalmente desde una perspectiva de género en el desarrollo, inculcando una ética basada en el respeto a la diversidad de las personas. En mi formación como psicólogo, he estudiado ampliamente los postulados teóricos, he revisado los debates académicos y he abordado la recuperación emocional con enfoque de derehos humanos. Allí llegué a aprender sobre el esquema del Yo Integral[3], con la psicóloga e investigadora Mary Bolt en un proceso formativo comunitario. Desde esa fecha lo he aplicado como un instrumento valioso para el análisis, la investigación, el diagnóstico individual y colectivo, y, sobre todo, para el trabajo terapéutico o en los procesos de recuperación emocional para la superación de diferentes traumas.

El esquema del Yo Integral se define como una estructura dimensional de cuatro áreas:

  1. física: todo lo que tenemos y vivimos con el cuerpo
  2. emocional: las emociones, los pensamientos y los sentimientos que tenemos
  3. social: todo lo que nos rodea, como las relaciones familiares, educativas, ambientales, laborales y comunitarias en general
  4. espiritual: no es la religión per se, sino la filosofía del vivir, aquella que responde a las preguntas: ¿porqué estoy vivo? ¿qué me motiva a seguir adelante? y que es donde radican la alegría, la paz y la felicidad, o sus opuestos: la tristeza, el odio y la desesperanza

Estas cuatro dimensiones funcionan como un mecanismo integrado, no hay disociación entre ellas, cada dimensión determina o es determinada por las otras tres. Este esquema permite observar y analizar en el contexto de Nicaragua para comprender que existen personas con buena salud física y emocional, con un ambiente social favorable, pero que se encuentran sumidas en una tristeza o depresión severas que les llevan a ideas suicidas; o, por el contrario, personas que viven o sobreviven con todo en contra de ellas, que surgen de las adversidades a como pueden y que salen adelante. La dimensión espiritual es una de las áreas de mayor potencial en el caso de las personas que viven situaciones de violencia, de abuso físico, psicológico o sexual, personas que han estado en situaciones traumáticas complejas, tales como el abandono o la pobreza extremas, y que a pesar de todo encuentran salida a las situaciones desfavorables en sus vidas.

Con este enfoque teórico y académico, podemos empezar a revisar el constructo social, específicamente, la construcción del género. El género es un aprendizaje social, cultural, político, legal, económico y religioso que conlleva a mantener relaciones de poder entre las personas. Estas relaciones de poder se traducen en brechas de acceso entre mujeres y hombres, donde las niñas y las mujeres tienen menos acceso a la educación, la salud, la justicia y la seguridad ciudadana; promueven la violencia y justifican el machismo, aduciendo comportamientos “naturales” en los niños y los hombres. Los niños y adolescentes aprenden el machismo, la misoginia y la violencia desde las familias, reforzadas por estereotipos y roles de género inculcados en la vida cotidiana, tanto en su casa, como en la calle, la escuela, los medios de comunicación, el deporte, el arte, los modelos que observan en los medios de comunicación y entretenimiento, la ciencia y la técnica, entre otros.

El patriarcado se sustenta a sí mismo en las leyes y sus normativas jurídicas, y es apoyado ampliamente por las ideologías fundamentalistas religiosas, por tanto, es una combinación de factores que contribuyen a mantener el status quo del orden social de género. Sin embargo. hoy sabemos que hay un género asignado y un género asumido, que es una respuesta personal ante los mandatos y ante los roles que la sociedad establece y que cada persona va asumiendo en lo cotidiano. Algunos de estos mandatos son asumidos y otros son puestos a prueba o son rechazados. Aquí es donde aparecen las identidades y expresiones de género. Por ejemplo: una mujer asume la norma de “maquillarse” para “verse bonita y agradar a otras personas”, pero no quiere ser la “mujer sumisa” y decide llegar tarde a su casa cuando anda de “fiesta”. Otro ejemplo: un hombre asume el rol de ser “proveedor de su familia”, y tiene “otros hijos por fuera”, es decir, asume el rol de “mujeriego”, sin embargo, no asume el rol tradicional de ser violento con sus hijos/as y conversa con ellos/as cuando tienen problemas. Estos ejemplos de la vida cotidiana de mujeres y hombres nos refieren que hay roles asumidos o no, que determinan identidades, sin embargo, las identidades de género son cambiantes, no son estáticas. En la adolescencia, las identidades de género son vistas como estructuras menos rígidas, hay mayor permisividad de ser auténticas/os, sin embargo, la estructura familiar determina cómo se viven las normas de género y si se asumen o se desafían.

En base a lo expuesto, podemos afirmar que la cultura y la sociedad forman y determinan todo el aprendizaje de género, y que estas normas, roles y estereotipos, son asumidos dentro del esquema del Yo Integral en la dimensión social, formando parte de la estructura de la personalidad desde que nacemos, y que dicha dimensión social determina e influye sobre las otras tres: la física, la emocional y la espiritual.

La familia es la estructura básica de la sociedad moderna y está compuesta por personas de diferentes edades, parentesco, afinidad, consanguinidad y otras características, donde las personas interactúan, deciden y proponen alternativas para vivir en armonía y seguridad. Pero esto no significa que la familia sea un espacio donde se cultivan o existan valores de democracia, respeto y de felicidad. Los estudios de Nicaragua (Jiménez, 2017) y resto del mundo dan cuenta de la violencia, el abuso y el irrespeto a los derechos humanos dentro del núcleo familiar.

Los tipos de familia actuales se pueden analizar desde el modelo propuesto por Hábitat para la Humanidad, que plantea al menos cinco tipos de familia en nuestra región:

Familia extendida: Formada por parientes cuyas relaciones no son únicamente entre padres e hijos. Una familia extendida puede incluir abuelos, tíos/as, primos/as y otros consanguíneos o afines.

Familia monoparental: Formada por uno sólo de los padres (la mayoría de las veces la madre) y sus hijos. Puede tener diversos orígenes: padres separados o divorciados donde los hijos quedan viviendo con uno de los padres, por un embarazo precoz donde se constituye la familia de madre soltera o por el fallecimiento de uno de los cónyuges.

Familia homoparental: Formada por una pareja homosexual (hombres o mujeres) y sus hijos biológicos o adoptados.

Familia ensamblada: Formada por agregados de dos o más familias (p.ej.: madre sola con hijos se junta con padre viudo con hijos/as). Aquí también se incluyen aquellas familias conformadas solamente por hermanos, o por amigos, donde el sentido de la palabra “familia” no tiene que ver con parentesco de consanguinidad, sino sobre todo con sentimientos, convivencia y solidaridad, personas que viven juntos en el mismo espacio.

Familia de hecho: Formada por una pareja que convive sin ningún enlace legal.

Por lo anterior, cada familia tiene el poder de trasmitir los valores que fomentan el respeto, la armonía y la solidaridad entre las personas, así como el de proyectar los argumentos, roles y conductas machistas, estereotipadas y de control. Todo este aprendizaje de género conlleva a formas autoritarias, rígidas o fundamentalistas que permiten y fomentan la violencia, la discriminación y la destrucción de una estructura de personalidad que no permite el desarrollo a nivel personal, familiar y comunitario.

Es en la estructura familiar y en sus conexiones cotidianas donde se aprende y donde se pueden cambiar los roles. Es precisamente en el seno familiar donde se fomenta el respeto a las niñas y la seguridad de las mujeres para caminar en las calles sin vivir acoso callejero. Es en los hogares donde se puede inculcar a los niños el permiso de llorar, el valor de la solidaridad y no de la complicidad masculina. Es dentro de las relaciones familiares que se fomenta el respeto a la diversidad sexual, de género, ideológica y religiosa. Y es en las relaciones cotidianas donde las madres y padres pueden aprender y enseñar el respeto y el derecho a vivir sin violencia.

Por lo anterior, la psicología humanista aporta un parámetro de análisis social del aprendizaje de género. Este aprendizaje social, cultural, ideológico se construye el principal andamiaje de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, principalmente en las familias y la comunidad.  De allí que finalmente hago el planteamiento que las familias son las claves dinámicas para construir una sociedad inclusiva y respetuosa, que valora la diversidad humana, que respeta el medio ambiente y que fomenta la justicia, aporta a la democracia y el derecho a vivir en paz y en comunidad.

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[1] Maslow fue el líder de la escuela humanista de psicología, misma que surgió en la década de 1950–60 y a la que él se refería como la “tercera fuerza”, más allá de la teoría freudiana y el conductismo

[2] Antropólogo Suizo (1815-1887) En su obra más célebre, El derecho materno (1861), planteó que el matriarcado fue el régimen más antiguo y que existió una mitología, de índole femenina, sobre la madre originaria.

[3] Curso de capacitación, autocrecimiento, y manejo asertivo de intervención en crisis. Impartido por M.Sc. Mary Bolt, psicoterapeuta formación en terapias orientales (bio-psico-corporal-espiritual). Centro de mujeres Xochilt Acalt; León, Nicaragua, 2003.

Bibliografía

Corbin, J. A. (2019). Psicología y mente. Recuperado el 2019, de https://psicologiaymente.com/personalidad/teoria-personalidad-abraham-maslow

Fromm, E. (Publicado en 1996, elaborado en 1937). El condicionamiento social de la estructura psíquica. La misión y el método de una psicología social analítica. Barcelona, Barcelona: Paidós.

Hábitat para la Humanidad México. (2018). Habitat para la Humanidad México. Recuperado el Agosto de 2019, de https://www.habitatmexico.org/article/la-familia-como-base-de-la-sociedad

Jiménez, M. &. (2017). Estudio Nacional Violencia contra las mujeres, percepciones, realidades y pistas para el cambio. Managua, Nicaragua: IEEPP.

Kellner, D. (1991). Erich Fromm, Feminismo y la Escuela de Frankfurt. Simposio Interdisciplinario Internacional sobre Erich Fromm y la Escuela de Frankfurt. Stuttgart-Hohenheim. Obtenido de http://www.geocities.ws/manuelgonzalez/frommyfeminismo.html

Sánchez, E. (2017). La mente es maravillosa. Obtenido de https://lamenteesmaravillosa.com/biografia-alfred-adler-creador-la-psicologia-individual/

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La Plataforma Regional Género y Metodologías es un espacio de comunicación e intercambio cuyo propósito es contribuir a fortalecer los procesos de cambio hacia relaciones de género justas y sostenibles en la región centroamericana. La Plataforma es administrada por el Centro de Estudios y Publicaciones Alforja-Costa Rica.

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