Autocuidado radical - Resistir, sostener y cuidar desde la perspectiva de género

 

Alexa Castillo-Nájera Zaliv
es psicoterapeuta y sexóloga humanista
con enfoque interseccional y feminista. Dirige la Fundación Mandala A.C.
y es autora de Por mis UEBOS que sí puedo, destacándose
por su labor en inclusión, autocuidado y diversidad sexual y funcional.


En su artículo “Autocuidado radical: resistir, sostener y cuidar desde la perspectiva de género”, la psicóloga mexicana Alexa Castillo-Nájera Zaliv nos invita a repensar el autocuidado no como un lujo o un acto individualista, sino como una práctica política y de resistencia frente al agotamiento, la violencia y las exigencias impuestas por los mandatos de género.

Desde su experiencia acompañando procesos de autocuidado en personas cuidadoras, reflexiona sobre cómo el machismo y la misoginia han condicionado históricamente las formas en que aprendemos a cuidar y a cuidarnos, generando culpa, autoexigencia y desgaste emocional.

La autora propone el autocuidado radical —cuidar primero de mí para poder cuidar a otres— como un camino para sanar y sostener la vida, reconociendo que el descanso, el placer y la ternura también son actos de justicia y dignidad colectiva.


Autocuidado radical - Resistir, sostener y cuidar desde la perspectiva de género

El autocuidado radical es una práctica política que protege la vida y fortalece vínculos, desafiando estructuras que explotan y silencian las mentes-cuerpos feminizados y disidentes, especialmente frente a la violencia, el agotamiento (burnout[1]) y las exigencias de género. No es un lujo individualista: es una estrategia de resistencia.

Desde mi experiencia acompañando procesos de autocuidado en personas cuidadoras, he observado cómo el machismo y la misoginia condicionan las formas en que aprendemos a cuidarnos y a cuidar. Recuerdo a Elena, quién contó con una sonrisa incómoda, la vez que estaba comiendo un helado sola en el parque y "Mientras lo saboreaba", confesó, "no podía dejar de pensar en mi hijo. ¿No debería estar compartiendo esto con él? Cada cucharada me sabía a egoísmo". Su delicioso helado se había convertido, en su mente, en un símbolo de "mala maternidad". Su sensación de culpa era la evidencia de un mandato que enseña a las mujeres que el placer propio solo es legítimo si es secundario.

La Organización Mundial de la Salud[2] define el autocuidado como “La habilidad de los individuos, familias y comunidades de promover la salud, prevenir padecimientos, y hacer frente a la enfermedad y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica”. Es decir, asumir un papel activo en su bienestar.

El término autocuidado tiene raíces en el pensamiento feminista negro de los años setenta y ochenta. La escritora y activista Audre Lorde afirmó (1988): “Cuidarme a mí misma no es autoindulgencia, es autopreservación, y eso es un acto de lucha política[3]”. Para Lorde, el autocuidado es resistencia. Esta idea resuena en mi trabajo y en mi propia piel: enfrentar el burnout y la presión de "poder con todo" me enseñó que la autoexigencia eran el patriarcado y el capitalismo operando desde dentro.

Honrar mi cansancio y decir "hasta aquí" se convirtió en un acto de rebeldía: desobedecer un mandato que me hace daño. Tricia Hersey, fundadora de The Nap Ministry[4], propone que descansar es un derecho ancestral y una práctica radical de autocuidado y justicia social[5]: “Debemos creer que somos dignas de descansar. No tenemos que ganárnoslo. Es nuestro derecho de nacimiento” (2022)[6]

El patriarcado ha asignado históricamente a mujeres y disidencias la responsabilidad del cuidado, generando agotamiento estructural: culpa por descansar, miedo a no ser suficiente y doble jornada (trabajo y hogar). Practicar el autocuidado radical implica reconocer necesidades, establecer límites y participar en espacios que fomenten bienestar colectivo: aprecio, empatía y reciprocidad. Significa dar permiso al cuerpo para descansar, sentir placer y decir “no” sin culpa.

En sesiones grupales, las cuidadoras nombran lo que más dificulta del autocuidado: “Me da pánico poner un límite”, confiesa una; “Planifico mi descanso, pero me invade la culpa y termino limpiando algo”, comparte otra. Escucharse genera reconocimiento: “¡No estoy loca!”, “¡A ti y a otras también te pasa!”. Compartir el sentí-pensar derrumba muros del aislamiento y convierte al grupo en un espejo para sanar en colectivo.

Desde el humanismo, el autocuidado radical se traduce en acciones de resistencia cotidiana: respetar ritmos, priorizar la escucha interna, pedir ayuda y reconocer límites sin vergüenza. Cuidar de mí es cuidar del tejido social del que formo parte; cuidar es presencia y conciencia encarnada, donde la mente-cuerpo es espacio de poder y vulnerabilidad.

Cuidar(se) radicalmente sostiene la vida frente a violencias sistémicas —capitalismo, patriarcado, capacitismo— que buscan cuerpos productivos, dóciles y agotados. En mis talleres hablamos de "cuidar con dignidad", reivindicando placer y ternura. Recuerdo a una participante que, tras años de solo "resolver", se permitió bailar sola en su sala: un acto de rebeldía íntimo contra la lógica productivista. El descanso, el placer y la ternura se convierten en resistencia cuando reconocemos que son derechos fundamentales.

El autocuidado radical también desmantela las autoviolencias —autoabandono, autoexigencia, autocrítica excesiva, autosilenciamiento— que nos enseñan a negarnos a nosotras mismas. Invita a tejer redes de apoyo que sean también redes de placer, descanso y libertad. Cuidarnos radicalmente, afirma la vida y resiste la opresión estructural en colectivo.

Aprendí de Roberto Guadarrama sobre la propuesta de Fina Sanz en El Regalo (teoría del buentrato): el primer regalo es hacia una misma, de mí para mí. Implica pensar en un deseo y procurármelo porque lo merezco, soy importante y única. A ello se suma un cuarto elemento: disfrutarlo, antes, durante y después, para que la experiencia sea plenamente satisfactoria. Llevado al ámbito relacional, el regalo se expande a la otredad: de mí para ti, reconociendo que la otra persona se lo merece, es importante e irrepetible. Dar y recibir con disfrute conecta bienestar, reciprocidad y vínculos desde la libertad, no desde la deuda ni el sacrificio.

El viaje de Elena con su helado ilustra esta diferencia: disfrutar el ‘de mí para mí’ sin culpa permite ofrecer el ‘de mí para ti’ desde la abundancia. Cuidar —de mí, de ti, de nosotras— es un acto político y de resistencia amorosa: elegir la vida incluso frente al agotamiento. Es decirle al sistema: ¨Mi cuerpo no es una herramienta, es mi casa, y en ella se cultiva el aprecio[7]". Integrar el regalo revela que tenerme en cuenta no es un gesto menor, sino una forma de dignidad compartida y de rebeldía amorosa que transforma el cuidado en raíz y sostén.”

Desde el amor, Alexa Castillo-Nájera Zaliv

 


[1] El burnout es un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por estrés crónico, generalmente relacionado con el trabajo o las responsabilidades de cuidado.

[3] Lorde, A. (1988). A Burst of Light and Other Essays. (frase citada: “Caring for myself is not self-indulgence. It is self-preservation, and that is an act of political warfare”)

[4] The Nap Ministry, fundada por Tricia Hersey en 2016, es un movimiento cultural, social y espiritual que promueve el descanso como acto de resistencia y sanación colectiva frente a sistemas de opresión que glorifican la productividad y el agotamiento

[5] La definición de justicia social de la ONU es “un principio subyacente para la coexistencia pacífica y próspera dentro de las naciones y entre ellas”. Esto puede interpretarse como un mundo en el que las sociedades se basan en los principios de igualdad y solidaridad, comprenden y valoran los derechos humanos y reconocen la dignidad de todo ser humano. ¿Qué es la justicia social y cómo contribuye la ONU a hacerla realidad en todo el mundo? | Noticias ONU

[6] Hersey, T. (2022). Rest is resistance: A manifesto. Little, Brown Spark. (frase citada: “We must believe we are worthy of rest. We don’t have to earn it. It is our birthright.”)

[7] Aprecio: Reconocerte, valorarte y tratarte con dignidad. Clave: Actos de buentrato hacia ti misma: reconocer esfuerzos, cuidarte y validar tu experiencia. La capacidad de mirar con atención, reconocer y valorar lo que se ve/percibe. 

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La Plataforma Regional Género y Metodologías es un espacio de comunicación e intercambio cuyo propósito es contribuir a fortalecer los procesos de cambio hacia relaciones de género justas y sostenibles en la región centroamericana. La Plataforma es administrada por el Centro de Estudios y Publicaciones Alforja-Costa Rica.

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