Autocuidado: Materia Pendiente en los Hombres

Vinicio Buitrago
Psicólogo, Máster en Perspectivas de Género y Desarrollo


El artículo explora las causas del poco interés de los hombres por garantizar su autocuidado,
a pesar incluso de su participación en procesos de sensibilización
y deconstrucción de estereotipos de género.
El autor plantea que el origen de este desdén está relacionado
con los mandatos de género de ser “fuerte como un roble”,
lo mismo que con la misoginia y homofobia, lo que explicaría la resistencia
de los hombres a comprometerse con esta práctica.


No es inusual en Nicaragua la escena cotidiana de ver soldadores que realizan su trabajo sin ni siquiera ponerse la máscara protectora. Aunque no se reportan accidentes en ese colectivo de trabajadores, en otros ámbitos en que sí hay estadísticas, como los accidentes de la ruta, se evidencia que los principales implicados son hombres. Ambos aspectos tienen que ver con la falta de autocuidado físico.

Según la Organización Mundial de la Salud, “El autocuidado se define como la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un profesional de la salud” (OMS, 2022, pp. 9). A nivel de las prácticas personales, el autocuidado tiene que ver con los patrones de dieta, el ejercicio, el descanso, acudir a citas médicas para dar seguimiento a la salud en general y a la salud sexual y reproductiva, lo mismo que cuidar la salud mental y espiritual. (Fundasil, pp. 18).

Desde mediados de los años 90 del siglo pasado, me integré en grupos de reflexión masculina en que, además de revisar críticamente nuestras propias maneras de reproducir la masculinidad patriarcal, nos planteamos la incidencia hacia otros hombres. De ese modo he participado desde entonces en muchas experiencias de promoción de equidad de género y masculinidades igualitarias a través de diversas acciones, incluyendo campañas y talleres de sensibilización.

En mi experiencia como educador popular en talleres de sensibilización he constatado que durante el desarrollo de los procesos de sensibilización e inmediatamente después de su culminación, los hombres reportan avances importantes en su involucramiento en tareas domésticas y en prácticas de cuidado a terceras personas, duplicando el porcentaje de participación en ambos ámbitos. Estos cambios suelen mantenerse de manera satisfactoria más allá de 5 años posterior al desarrollo de los procesos, tal como se evidencia en varias evaluaciones de impacto de las que he sido testigo.

Sin embargo, un aspecto en que suele haber muy poco avance es en la adopción de prácticas de autocuidado. Lo que suele suceder durante los procesos de sensibilización es que los hombres se dan cuenta de que el autocuidado es importante y que ellos tienen serias deficiencias en esta área, Al finalizar los procesos terminan reconociendo la importancia de estos aspectos y, en menor medida, se comprometen a incrementar sus prácticas de autocuidado, aunque la mayor parte de las veces no lo cumplen o lo cumplen de manera limitada.  

Estos bajos resultados en cuanto al autocuidado de los hombres en los procesos de sensibilización en que he tenido la oportunidad de participar como educador son coincidentes con los resultados en experiencias similares tanto a nivel global como de América Latina en particular.

Tanto a nivel mundial como a nivel regional de las Américas la esperanza de vida al nacer ha aumentado. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América la esperanza de vida promedio en 2017 era de 75 años, siendo la media masculina en 74.2 años y la de las mujeres en 80  años (OPS, 2019, pp. 19). Lo anterior muestra que los hombres tienen menos calidad de vida que las mujeres, dado que viven menos. También muestra que, al aumentar la esperanza de vida, se incrementan también los padecimientos crónicos y/o incapacitantes, de manera que el tema de autocuidado se plantea con todo su sentido de urgencia.

En América Latina, los hombres mueren dos veces más que las mujeres a causa de enfermedades isquémicas del corazón y de cirrosis hepática, mueren tres veces más que las mujeres a causa de traumatismos debidos al tránsito y a la accidentabilidad en general, y mueren siete veces más que las mujeres a causa de la violencia interpersonal. Todas estas causas de muerte están relacionadas con las conductas esperadas en los hombres en virtud de la masculinidad patriarcal, que lleva a los hombres a ejercer diversas formas de violencia contra las mujeres y contra hombres ubicados en masculinidades subordinadas por razón de etnia, edad u orientación sexual, lo mismo que violencia contra ellos mismos. (OPS, 2019, pp. 30).

Sonia Brito y colaboradores (2021, pág. 90 - 91) informan sobre investigaciones realizadas en Estados Unidos, Centroamérica y Brasil en 2020 en el contexto del inicio de la pandemia del COVID. De manera coincidente, estas investigaciones encontraron que los hombres eran más reacios que las mujeres a adoptar medidas de protección como el uso de mascarillas, lavado de manos, cumplimiento de la cuarentena y distanciamiento físico.

Sin embargo, se encontraron casos en que los hombres asumían medidas de autocuidado. A inicios de 2021, C. Fuentes (citado por Brito y Coll. 2021, pp. 92-93) en un estudio de opinión realizado en Chile encontró que las mujeres expresaban mayor rechazo a la inmunización. Analizando los datos obtenidos, llegaron a la conclusión de que el hecho de que los hombres se mostraran más favorables a la inmunización podría estar relacionado con que ésta era un requisito para encontrar un empleo. Donde salían en déficit en relación a las mujeres era en la casilla “Otras prácticas de autocuidado (meditación, yoga, acompañamiento espiritual)” (Brito y cols, 2021, pp. 98). Nótese que se trata de prácticas relativas al cuidado de la salud mental.

Resumiendo lo planteado en los párrafos anteriores, los hombres tienden a tener menos prácticas da autocuidado que las mujeres. En este ensayo hemos presentado evidencias fundamentadas del ámbito de la salud, pero esta misma negligencia ha sido documentada en el ámbito laboral, en relación al uso de equipos de protección.

Así mismo, lo antes descrito muestra que los hombres tienden a cuidarse menos que las mujeres, salvo si hay algún tipo de incentivo -como en el caso descrito, en que la inmunización contra el COVID era un requisito para acceder a un empleo-.

Cuando los hombres se plantean el autocuidado, lo hacen desde la perspectiva de la medicina alopática, centrada en síntomas físicos, sin ninguna o poca consideración de los aspectos psicológicos y emocionales de toda enfermedad o síntoma.

Detrás de la falta de autocuidado de los hombres están los mandatos de género de la masculinidad patriarcal hegemónica, concretamente el de ser autosuficiente, lo que implica parecer saludable y fuerte, y el de ser proveedor, donde las prácticas de autocuidado se ven como una declaración de debilidad, lo que a su vez lo ven como una amenaza de quedar fuera del mercado laboral.

En ese sentido, para optimizar el trabajo que ya se hace sobre el autocuidado con los hombres, un aspecto importante sería problematizar estos mandatos y sus conexiones con otras representaciones sociales que fijan y mantienen dichos mandatos de género. Así, es importante, por ejemplo, desmontar la creencia de que adoptar medidas de autocuidado es equivalente a presentarse débil, y que más bien, es una manera de fortalecerse.

Es importante también seguir haciendo esfuerzos por promover en los hombres y en la población en general una visión holística de la salud, que incluya la salud mental.

Sin que esto agote el debate ni todo lo que hay que hacer, y aunque las implicaciones de la discusión sostenida en este ensayo se plantean en el nivel personal, es importante no perder de vista que el cambio hacia la equidad requiere también el concurso y compromiso de los estados. Es necesario adoptar políticas públicas sensibles al género, que incentiven a los hombres a adoptar prácticas de autocuidado.

 

Fuentes

Brito, S.; Basualto, L.; Azócar, R. y Flores, C. (2021). Conductas de cuidado y cocuidado en masculinidades en contexto de pandemia desde una perspectiva de género. Cuaderno de Trabajo Social, 1(16), 86-114, Universidad Tecnológica Metropolitana. En el sitio https://cuadernots.utem.cl/wp-content/uploads/sites/10/2021/10/cuaderno-de-trabajo-social-n16-2021-Brito-Basualto-Azocar-Flores.pdf

Fundasil (sf) Manual de autouidado.  En apoyo de iniciativa Spolight. San Ramón, El Salvador. En el sitio https://www.unicef.org/elsalvador/media/5036/file/Manual%20de%20Autocuidado.pdf

Heilman, B, Barker, G y Harrison, A (2017) La caja de la masculinidad. Recuperado el 8 noviembe 2023, En el sitio http://www.codajic.org/sites/default/files/sites/www.codajic.org/files/La-caja-de-la-masculinidad-.pdf

Organización Mundial de la Salud (2022) Directrices de la OMS sobre intervenciones de autocuidado para la salud y el bienestar, revisión 2022: resumen ejecutivo [WHO guideline on self-care interventions for health and well-being, 2022 revision: executive summary]. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2022. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO. En el sitio https://www.who.int/es/publications/i/item/9789240052239

Organización Panamericana de la Salud (2029) Masculinidades y salud en la región de las Américas. En el sitio  https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/51764/9789275321645_spa.pdf?sequence=5&isAllowed=y

Organización Panamericana de la Salud (2022). Revista Salud en las Américas. Nueva edición de la publicación en La Américas de la OPS aborda el impacto de la COVID-19. En el sitio. https://www.paho.org/es/noticias/27-9-2022-nueva-edicion-publicacion-salud-americas-ops-aborda-impacto-covid-19

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La Plataforma Regional Género y Metodologías es un espacio de comunicación e intercambio cuyo propósito es contribuir a fortalecer los procesos de cambio hacia relaciones de género justas y sostenibles en la región centroamericana. La Plataforma es administrada por el Centro de Estudios y Publicaciones Alforja-Costa Rica.

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