Autores: Patricia H del Rosal y Miguel Lázaro
Algunos consejos sobre qué hacer, a hombres que se autodenominan feministas, cuando una mujer les acusa de haber ejercido violencia o comportamientos machista.
Desde la Asociación Masculinidades Beta sentimos la responsabilidad de posicionarnos públicamente tras la publicación del artículo “El maltratador políticamente correcto” escrito por June Fernández a finales de julio. En él la periodista relata haber mantenido en su juventud una relación tóxica con un hombre que se presentaba como feminista y que hoy es un conocido y reputado autor y consultor de “nuevas masculinidades” y paternidades igualitarias.
No nos corresponde juzgar ni señalar los hechos que se describen en el artículo, lo que nos corresponde es creer a todas las mujeres que dan el difícil paso de denunciar cualquier forma de violencia sufrida a manos de un hombre, y trabajar para que los hechos denunciados no se repitan.
Como asociación formada en parte por hombres partimos de que cualquier varón, incluidos aquellos que trabajan por la igualdad (como los integrantes de este proyecto), ha sido socializado en la masculinidad hegemónica e inevitablemente tiene un historial de violencias y un currículum machista, no sólo pasado sino también presente. Tenemos muy presente que este no es el primer ni será el último caso de hombre ‘profesional de la igualdad’ que es acusado por su comportamiento machista: en nuestro entorno destaca Josep Vicent Marqués, valenciano pionero en los años 70 de la problematización de la masculinidad, que fue acusado en los 90 de malos tratos por su ex mujer; también Michael Kimmel, famoso sociólogo de una universidad neoyorkina y autor de múltiples libros, dejó su cargo en Promundo, el “Greenpeace de las masculinidades”, tras ser acusado de acoso sexual; casi al mismo tiempo, en el verano de 2018, un alto cargo de ONU Mujeres fue expulsado tras 8 denuncias de abuso sexual (por hombres, lo cual es irrelevante).
No existe el hombre feminista purasangre ni ninguno está libre de haber interiorizado los mandatos, disfrutado de los privilegios y ejercido el machismo aprendido en la socialización masculina. Pero somos un proyecto de cambio social que cree en la capacidad de transformación de los hombres y por ello, no queremos señalar esos hechos desde una superioridad moral de la que carecemos, sino centrarnos mejor en la reacción masculina ante estas acusaciones.
Desde Masculinidades Beta hemos detectado en todo este asunto la oportunidad para dar algunos consejos sobre qué hacer, a hombres que se autodenominan feministas, cuando una mujer les acusa de haber ejercido violencia o comportamientos machistas.
Ante cualquier acusación…
1. Escucha, cállate y reflexiona… no tienes por qué contestar inmediatamente ni emitir una respuesta automática o impulsiva. Una escucha activa para comprender lo que te están diciendo conlleva no estar pensando en la respuesta o en defenderte, sino concentrarte en lo que te recriminan. Utiliza un tiempo para pensar en profundidad sobre lo que te dicen y busca hasta que encuentres tu parte de responsabilidad. Siempre la hay.
2. Intenta entender la manera en la que has generado el daño o sufrimiento, aunque tu vivencia no sea exactamente como lo describe la otra persona.
3. Si aun así sigues perdido o bloqueado, puedes preguntar o pedir ayuda a mujeres de confianza de tu entorno para entender mejor la situación o incluso para que te aconsejen qué hacer. Ten cuidado de no sobrecargarlas y no des por hecho que tengan la responsabilidad de ayudarte. También puedes preguntar a profesionales especialistas en igualdad de género o acudir a terapia. Esta última opción se debe tener muy en cuenta ya que si no eres capaz de encontrar ninguna autocrítica ni responsabilidad, es probable que tengas muchos aspectos que revisar(te).
4. Practica la empatía, esfuérzate por entender cómo y por qué piensa y se siente así la otra persona. Para ello, deja a un lado tu propia experiencia y tu subjetividad masculina, y si no eres capaz, vuelve al punto anterior.
5. Practica la autocrítica. Es una herramienta terapéutica muy sana, que te ayuda a crecer y a evolucionar hacia mejores versiones de ti mismo.
6. Pon toda tu atención y todos los medios posibles para no repetir lo que has hecho. Plantéate si no debes dejar de proclamarte “feminista” tan alegremente, o no te adentres en una nueva relación de pareja hasta no haber entendido tu responsabilidad respecto a la acusación.
7. Habla abiertamente y a menudo sobre tu curriculum machista, te ayudará a detectar otras actitudes y prevenir futuras situaciones en la línea del punto anterior.
8. Detecta y rechaza mecanismos de defensa masculinos y propios de agresores machistas tales como la negación, culpabilización de la persona que te acusa, justificación y minimización del daño causado.
9. Reconoce, responsabilízate y pide perdón. Si te han acusado públicamente, hazlo también de forma pública.
10. Ofrécete a reparar el daño. Pregunta si puedes hacer algo que permita a la otra persona sentirse mejor. Acepta también la posibilidad de que no quiera saber nada de ti, y si es así, no molestes ni incordies. El bienestar de la otra persona es más importante que tu necesidad de limpiar tu conciencia.
Creemos que habiendo sido todos educados en una sociedad machista y patriarcal, es sensato entender que cualquier hombre ha reproducido conductas agresivas y/o violentas hacia las mujeres, aunque sea como mínimo mantener un silencio cómplice en el rol del espectador. Por eso es importante no solo levantar la voz y responsabilizar a otros hombres de sus conductas machistas, especialmente a aquéllos que trabajan en igualdad, sino reconocer abiertamente el propio machismo y el camino que nos queda aún por andar en la transformación masculina hacia una sociedad igualitaria y justa.
Como escribió Virginia Mataix sobre su ex marido Josep Vicent Marqués, él “peleó por la igualdad. Queda reflejado en sus libros y artículos. La vida personal no siempre se corresponde con la artística o profesional. La coherencia es otro cantar”. Y ese es el gran reto de todo hombre que se autodenomine igualitario o feminista: ser coherente.